POR QUÉ DEBERÍAS ELEJIR TRATAR TU PADECIMIENTO CONMIGO.

El objetivo principal de mi tratamiento es utilizar la alimentación como un medio para el crecimiento y realización de mi paciente tanto en el aspecto físico, como en el emocional y espiritual.
Cualquier desajuste o carencia la transformo en una área de oportunidad para capitalizar las experiencias. La idea es lograr que mi paciente elimine permanentemente la grasa corporal en exceso o bien erradique ese hábito indeseable que tanto le molesta y le perjudica. Que mejore simultáneamente todas las demás áreas de su vida. Enriqueciendo su día a día, a través de una serie de intenciones cotidianas que harán del tratamiento algo único, personal, sencillo y versátil, más que nada divertido y estimulante.
Si acudes a tus citas tu éxito esta garantizado.

lunes, 8 de diciembre de 2008

AMO MI SALUD

Hoy les voy a contar una historia personal, que me ha dejado un aprendizaje el cual quisiera compartir con ustedes.
Hace una semana (el lunes a las cuatro de la mañana para ser exacta) me despertó un fuerte dolor de garganta, me levanté, busqué un frasco de analgésico del cual saqué dos tabletas y me las tomé, me acosté de nuevo y por la mañana el dolor había disminuído bastante, lo suficiente como para ir a trabajar. Regularmente cuando me pasa esto, tomo algo de antibiótico, sin embargo en esta ocasión por algún motivo no lo hice. A eso de las dos de la tarde comencé a sentir mucho frío, mal estado general y el dolor se agudizó, por tal motivo terminé mi trabajo matutino y cancelé el vespertino, nunca antes, al menos no lo recuerdo, en mis 44 años había tenido fiebre, eso era una muy mala señal, porque significaba que esta no era una infección como de las que mi cuerpo acostumbra a enfrentar. Estuve lidiando toda la tarde y noche entre el dolor y la fiebre esperando a que el antibiótico hiciera lo suyo, pero increíblemente nada pasó, si tomaba el medicamento para el dolor este disminuía pero solo por espacio de una hora a lo mucho y este tipo de medicinas solo deben tomarse cada cuatro horas, fue entonces que después de dejar a mi hija en el colegio llegué con mi cuñada, se llama Nieves, es todo un personaje, llena de energía y positivismo además de ser un médico sin título, receta a todos los de la cuadra y trabajó durante muchísimos años en el Seguro Social, inyecta de maravilla y vive muy cerca de mi casa, me puso dos ampolletas de penprocilina, el equivalente a un millón seiscientas mil unidades, yo pensé: "con esto, el bicho sea cual fuere debe morir".
Y qué creen, pues no, para el martes a las dos de la tarde ya estaba yo desesperada y llorando en la clínica de mi buen amigo y excelente médico José Vita, quien como es el médico del pueblo en dos patadas me diagnosticó y me indicó un nuevo tratamiento para acabar con la infección. Me advirtió desde el inicio que era una infección muy fuerte y que debía ser muy paciente. Yo le digo el médico del pueblo, porque la mayor parte (no todos aclaro) de sus pacientes, son personas de escasos recursos que acuden a él porque puede hacer un diagnóstico sin necesidad de tantos análisis o radiografías, y además de ahorrarse en los estudios salen de la consulta hasta con medicamento, es muy, pero muy atinado en sus diagnósticos y no conozco a nadie tan bueno para dar tratamientos tan efectivos en ocasiones solo con el interrogatorio y la exploración física.
En fin que le pedí un tratamiento que me permitiera andar circulando aunque tuviese que circular por ahí con un catéter colgando, ya que además del terrible dolor y la fiebre no tenía ningún otro síntoma ni signo, nada de tos, secresión nasal, nada, era increíble, me estaba literalmente muriendo del dolor y el malestar y solo yo podía saberlo, nadie podía notarlo. En fin que me fui con mi sellito en la mano para inyectarme y seguir mi vida normal, y no es que sea una obsesiva del trabajo, lo que sucede es que mis pacientes en ocasiones están esperando cualquier pretextito para abandonar el tratamiento y además tener a quién echarle la culpa, por eso me urge no desatenderlos; lo malo fué que además de descubrir que mis venas son tan pequeñitas que después de tronarse cinco veces (o sea recibí cinco piquetes) en el sexto la enfermera decidió ponerme una ahuja de bebé, con esa me fui a mi casa, misma que a las dos de la mañana me produjo una flebitis en la mano así que sin más remedio a las ocho de la mañana estaba yo de nuevo en la clínica ahora si en un grito, me inyectaron Nubain (un derivado de la morfina) para el dolor y un poquito de valium en la vena, eso mientras me aplicaban un antibiótico más fuerte todavía que los anteriores. Así estuve dos días enteritos, entre antibióticos, medicamentos para el dolor, antiinflamatorios, bueno hasta le llamé a una doctora amiga de mi mamá que es homeópata y le pedí algo que apoyara mi tratamiento alopático, el viernes en la mañana me fui a mi casa con un atibiótico tomado, ya no iyectado, me fui a trabajar por la tarde y lo mismo hice el sábado de ocho de la mañana a cuatro de la tarde, regresé a mi casa muy animada, porque deben saber que por ánimo no queda, sin embargo en la madrugada tuve que volver al hospital, pero ya se me hizo mucho molestar a mi amigo José, que además vive hasta Cadereyta, así que me fui al Muguerza Sur, está muy padre este hospital, es nuevo y tiene buen gusto, tengo dos días aquí y parece que ya estoy casi bien, mañana a las ocho me voy de aquí a mi casa y luego a mi trabajo.
Saben tuve mucho tiempo de reflexionar estando en la habitación 214 del Hospital Muguerza Sur, en primer lugar porque o hay muy poca gente o los cuartos son tan grandes que de ninguna manera se escucha ningún ruido, como además este fue un internamiento breve e inesperado, pues las visitas fueron pocas, además mi cuarto tenía vista al Cerro de la Silla.
En esta hermosa soledad, sucede que pareciera que no existe un mundo allá fuera, tan demandante, lleno de ruido, estrés, tráfico, etc. No significa que no me guste la gente, para nada, al contrario amo y necesito a muchas personas, me gusta su presencia, pero hoy me di cuenta, no porque no me haya dado cuenta antes, noooooooo, en verdad hoy me di cuenta fué hasta hoy de todo lo que le he hecho a mi pobre cuerpo, lo he descuidado de una manera tal que antes el pobre no esta peor, hizo bien en no responder tan fácil a los antibióticos y a todo lo demás. Me ha pedido a gritos que lo escuche y solo lo he ignorado. Esta semana ha sido determinante en mi vida, cuando hablamos de salud suena como un cliché, la verdad no lo es, lo primero y lo más importante es la vida y luego definitivamente y se los digo de todo corazón le sigue la salud, de nada sirve tener amor, dinero, éxito o fama si no contamos con la salud para gozar de todo esto. No significa que no vayamos a morir algún día, no, definitivamente algún día tendremos que irnos, la gran pregunta es si queremos disfrutar de la vida que tenemos y si la respuesta es que si, pues creo que debemos antes que nada conservar la salud, para sentirnos bien, con energía y con la capacidad de realizar todo aquello que siempre soñamos. Para mi hoy empieza una nueva vida, tú también puedes iniciarla.
Liliana.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Liliana!
Soy Sandra...te vi el sábado...oye que mal estoy leyendo que te pusiste peor...ANIMO!! Mis mejores deseos para que te recuperes muy pronto...y un alto en el camino, nunca está de más...aprovechalo! de la mejor manera.
Un abrazo
Sandra