POR QUÉ DEBERÍAS ELEJIR TRATAR TU PADECIMIENTO CONMIGO.

El objetivo principal de mi tratamiento es utilizar la alimentación como un medio para el crecimiento y realización de mi paciente tanto en el aspecto físico, como en el emocional y espiritual.
Cualquier desajuste o carencia la transformo en una área de oportunidad para capitalizar las experiencias. La idea es lograr que mi paciente elimine permanentemente la grasa corporal en exceso o bien erradique ese hábito indeseable que tanto le molesta y le perjudica. Que mejore simultáneamente todas las demás áreas de su vida. Enriqueciendo su día a día, a través de una serie de intenciones cotidianas que harán del tratamiento algo único, personal, sencillo y versátil, más que nada divertido y estimulante.
Si acudes a tus citas tu éxito esta garantizado.

miércoles, 21 de octubre de 2009

MARAVILLOSAS SEÑALES DE CONCIENCIA...

La semana pasada mi paciente Celeste publicó en su blog un post que a decir verdad debe llegar a la conciencia de todos aquellos que lo hayan leido. A decir verdad más explícita no puedo ser. Honestamente me da gusto que alguien que ha luchado casi una vida con un problema de sobre peso pueda compartir con nosotros su opinión y sobre todo nos muestre datos científicamente comprobados que nos alertan de la magnitud actual y futura de esta enfermedad.
Como lo he dicho en repetidas ocasiones cada día son más seres humanos los que compran el boleto para entrar en las estadísticas de padecer algún grado de sobrepeso u obesidad, y lamentablemente también cada día menos personas se curan. De seguir así llegará el momento en el que no exista un ser humano habitando este planeta que no forme parte de este grupo. Evidentemente algo no se está llevando a cabo de la forma correcta.
Si la obesidad es una enfermedad, debe ser tratada como tal, es decir; cuando la gente se enferma y recibe tratamiento, la idea es que llegue el momento en que necesariamente se cure en caso de que esta posibilidad se pueda dar, como sucede en la mayoría de las infecciones, irritaciones, inflamaciones, etc. O bien que se controle y que no avance, como pasa con algunas enfermedades degenerativas etc. O en el peor de los casos que no tenga remedio situación ante la cual no podemos hacer casi nada a excepción de brindarle la mejor calidad de vida al enfermo.
La obesidad es un síndrome desde el momento que involucra una serie de signos y síntomas que la caracterizan, es también una adicción porque los pacientes la manejan como una dependencia ya que
no pueden controlar la ingesta desmedida de alimento, mismo que a su vez es utilizado como un ansiolítico para llenar los vacíos existenciales del espíritu y del Alma. La gente no muere por ser obesa, sino por las enfermedades que son provocadas por la misma. Pero lo más grave es que nadie se quiere curar. La perspectiva del tratamiento está mal enfocada. Esto ha sucedido por dos motivos. El primero es que de verdad se requiere mucho compromiso por parte del terapeuta, médico, bariatra, dietista o nutriólogo, para con su paciente. Evidentemente como es indispensable invertir mucho tiempo por parte del profesional para hacer una labor adecuada y la aplicación de un tratamiento integral que considere todas las áreas dañadas del individuo, entonces el costo de la terapia sería muy elevado y como además, (este sería el segundo motivo) el mismo paciente no reconoce la importancia y la gravedad de su problema, no está dispuesto de ninguna manera a valorar y pagar un costo digno por el tiempo, la energía y el espacio que de alguna forma se requieren para la efectividad, formalidad y la seriedad de este tipo de tratamientos, es así como ha sucedido, que quienes ingenuamente decidieron dedicarse a una profesión de esta naturaleza, terminan ofreciéndole al paciente productos comerciales mágicos y revolucionarios, convirtiendo así, a un paciente, en tan solo un cliente, poniendo la responsabilidad de la consulta y el éxito del tratamiento en u
n licuado, una caja de pastillas, un frasco con cápsulas, una crema para masaje, o cualquier novedad mercadotécnica, no quiero decir de ningún modo que el apoyo de coadyuvantes no esté justificado, pero creer que la cura de una enfermedad con los alcances que representa la obesidad, está sustentada en una hoja de dieta y unos imanes en la oreja es totalmente equivocado. Esa es la razón por la cual cada día más personas sufren de este padecimiento y cada día menos son las que definitivamente lo resuelven. Debemos ser realistas y poner los pies en la tierra. Cuántos hay que incluso, se someten a la tan riesgosa y costosa cirugía gástrica, bajan un demonial de kilos, y al paso del tiempo los recuperan. Si con algo tan definitivo y tan agresivo, un gran porcentaje de las personas regresan al problema original, pues definitivamente es un pensamiento demasiado ingenuo creer que con una pastillita lo vamos a lograr.
Ahora viene la pregunta obligada: ¿DE QUIÉN ES LA RESPONSABILIDAD?
¿Del terapeuta, del paciente, de los medios de comunicación que día con día nos venden la idea de solucionar mágicamente una situación que requiere de agallas y de mucha conciencia?
Miles de empresas elaboran y ponen a nuestro alcance, un sin fin de novedades diseñadas justamente para seguir alimentando la equivocada fantasía de sus consumidores. ¿Es acaso responsabilidad de la empresa?
Las compañías fabrican todo aquello que potencialmente les represente ingresos, de hecho para eso se crean. Si nosotros compramos lo que producen, pues necesariamente lo seguirán produciendo. Es menester que nosotros como individuos, mostremos un poco de interés por ilustrarnos acerca de todo lo que determina que cada día este padecimiento sea más frecuente para que de este modo, podamos formarnos un criterio de cuál es la forma más efectiva y apropiada de combatirla. Es indispensable luchar contra la ignorancia, para dejar de ser víctimas de las ideas que nos venden y que inevitablemente compramos.
Pienso que todos tenemos un poco de responsabilidad en esto, sin embargo también creo que quien necesariamente tiene que marcar los límites es el paciente. Solo hasta que se comprometa con conciencia, enfrentando su problema para desarraigarlo por completo como verdaderamente corresponde; leyendo, estudiando e investigando, para que incluso pueda decidir y hasta exigir un trato que definitivamente dista mucho de ser la típica solución mágica y superficial que hasta hoy ha buscado y que finalmente le ofrecen.
Liliana.

domingo, 11 de octubre de 2009

DÉJAME Y TE CUENTO DE EDULCORANTES Y BEBIDAS

Pues como les venía platicando... me ha tocado ver y vivir muchos cambios. Bueno y es que después de 45 años de vida, sería absurdo que uno no tuviese algo que contar. Recuerdo que ya entonces existía el azúcar artificial, la usaban principalmente las personas diabéticas. Todavía existe la tan antigua sacarina. Había en gotas, en tabletitas y en sobresitos, de hecho los sobres siguen existiendo, son de color rosa. Como era de esperarse, desde entonces y hasta hoy, la gama de opciones se ha incrementado considerablemente. Por ejemplo: tenemos el aspertame, también conocido comercialmente como Nutrasweet, Canderel o Iqual, la presentación que distingue a este endulzante es de color azul celeste. Luego tenemos el Splenda, este viene en presentación amarilla, y así podemos mencionar múltiples modalidades de sustitutos del azúcar pero sin las calorías de la misma (sonó a comercial), se dice que son 200 veces más dulces que la sacarosa común. Mis pacientes me preguntan cuál es la mejor, me imagino que deben estar muy confundidos al momento de decidir cuál es la opción más apropiada para no contaminar su cuerpo, créanme, que hasta para los que nos dedicamos a esto de la alimentación, en ocasiones dudamos sobre qué hacer a la hora de tomar decisiones, porque lamentablemente estamos totalmente influenciados por la mercadotecnia. Primero que si la sacarina producía cáncer de vejiga, sacaron estudios que demostraron que así era, luego que siempre no, que era bastante adecuada. Luego que era mejor el aspartame, ya que es una combinación de dos aminoácidos esenciales (ácido aspártico y fenilalanina) que de alguna manera son totalmente degradables en el cuerpo, pero luego comenzaron los rumores; que si favorece la pérdida de memoria, que si provoca dolor de cabeza, etc. Posteriormente que lo mejor es la Splenda que porque esa sí definitivamente no hace daño. Como yo no soy investigadora, pues he tenido que formar mi propio criterio y definitivamente hoy por hoy, sigo creyendo que no hay nada mejor que el agua, pura y transparente agua, si se puede y no afecta el régimen dietético, podemos agregarle un poco de fruta, pero en cuanto a la forma de endulzarla depende de muchos factores el poder tomar una decisión. De hecho en ocasiones dudo hasta del agua, se supone que la de la llave es potable, o sea que puede beberse sin que cause algún daño en el organismo, pero también surgen las dudas, ya que las empresas que se encargan de embotellar y vender a precio de oro el tan vital líquido, dicen que el agua de la llave no es recomendable porque contiene no sé que tanto cloro, y sustancias tóxicas que nos envenenan día a día. Creo que lo mejor sería tener una Noria o un pozo personal en casa de donde extraer el agua del subsuelo para que pudiésemos estar tranquilos, y esto; siempre y cuando las embasadoras de agua no se enterasen y nos dijeran que esa también es tóxica, argumentando que el suelo guarda una serie de sustancias altamente venenosas y mortales para nuestro cuerpo. A mi modo de ver es peor el daño de la contaminación que estamos provocando en nuestro mundo con todas las botellas vacías de plástico que desechamos cada vez que nos bebemos los tan recomendables dos litros de esta bebida. Se suponía que el agua era gratis, y resulta que en ocasiones pagamos hasta 50 pesos por dos litros de la misma. Por cierto... tengo una gran queja. Me parece sumamente ridículo y hasta absurdo que sea precisamente en los hospitales privados donde el costo del agua sea el más alto. ¡ No es posible!, si al nosocomio no va uno por gusto y mucho menos por placer, se va por necesidad. Y ahora resulta que en lugar de apoyar al enfermo dándole por lo menos los costos prudentes de cada artículo que inevitablemente requiere, se los cotizan a precio de oro. Sinceramente esto de ninguna manera me parece justo, ¡ Es un abuso!, porque hay muchas personas que se sacrifican para pagar un seguro de gastos médicos pero no porque el dinero les sobre, sino porque quieren una atención digna, y no por eso tienen que aceptar calladamente y sin protestar el hecho de este tipo de irregularidades (que nadie sanciona), lo mejor es que si usted se ve en la necesidad de ser hospitalizado pase antes a algún super mercado o tienda de conveniencia a comprar sus botellitas de agua, sus pañuelos desechables, su termómetro y su gel antibacterial, ya que este último a venido a ser indispensable gracias a la influenza AH1N1 y que el seguro no cubre y usted no pagará menos de 100 pesos por 200 ml del mismo.
Lo bueno de escribir es que uno puede hacer catársis y evitarse también, una fortuna en terapias con el siquiatra.
Volvamos al tema de cómo endulzar las bebidas o de cómo elegir la más apropiada. A este respecto y en virtud de la invasión masiva de productos industrializados que nos facilitan la hidratación, yo les recomiendo primero que nada: leer cuidadosamente la información casi ilegible del contenido nutricional, así como quién y de qué manera puede consumirlos. Por otro lado sería muy prudente ponerse en manos de un profesional que le indique de acuerdo a sus necesidades cuál de los edulcorantes es el más adecuado y por cuánto tiempo debe usarlo, sobre todo si lo que usted desea es disminuir el consumo de calorías, de no ser así no hay nada más sano que usar el azúcar mascabado o el piloncillo, lamentablemente estos contienen la misma cantidad de calorías que el azúcar blanca refinada.
Utilizar el criterio personal al momento de tomar decisiones, es la mejor forma de elegir lo más adecuado para cada uno de nosotros, siempre y cuando nos hallamos dado el tiempo de leer o investigar para tener el conocimiento que justifique la decisión tomada.
Como aparentemente ya todo tiene contraindicaciones, debemos (siempre lo he dicho), hacer de lo que hace daño, lo que menos daño haga.
Liliana.