
He regresado. Lamento mucho este gran período de ausencia. Y que dijeron, esta mona loca ya no escribió, ¡pues no!, aquí estoy nuevamente. Muchas veces es necesario retirarse un poco para enfrentar y resolver cosas.
Hoy quiero, necesito, deseo aprovechar este espacio para reconciliarme conmigo y pedir perdón a todos los seres tan maravillosos que han formado parte de mi vida y que han tenido la desgracia de llegar, no en el mejor momento. Sé lo difícil que es acercarse a mi, cuando de alguna forma me encuentro en el reacomodo existencial, a todas las personas que han participado durante estos casi 46 años y que en lugar de recibir lo mejor de mi, se llevaron alguna amarga experiencia haya sido esta leve o muy grande, les pido humildemente perdón, les suplico su compasión y entendimiento. Me siento muy agradecida de estar viva y tener la oportunidad de reconocer que cada día puede uno nacer nuevamente, incluso resurgir de entre las cenizas como la mitológica ave Fénix. Siento un profundo amor y respeto por el universo que me rodea, me siento muy avergonzada por no haber podido tener una mente despierta y reconocer la grandeza de cada uno de los hijos de Dios con quienes me he topado. Literalmente estoy hablando desde el oficial de seguridad del supermercado a quien en muchas ocasiones ignoré y pasé a su lado sin siquiera percatarme de su presencia y llego hasta lo más importante para mi que son mis hijos, o sea así o más clara, por andar ensimismada resolviendo mis desequilibrios personales y tratando de sostener lo equilibrado (que no era mucho por cierto jejeje), básicamente actué como un ente sin conciencia. Hoy decidí que no necesito una vida mediocre, me comprometo a tener el valor necesario para ser feliz y le pido a la DIVINIDAD me permita recuperar toda mi esencia y sentir por cada gente, por cada animal y por cada vegetal un profundo y sincero amor. No se piensen tampoco que he matado o robado a alguien, para nada, me refiero a los simples y comunes defectillos propios de la naturaleza humana, que van desde palabras hirientes, situaciones de molestia y enojo por el egoísmo propio hasta caminar por la calle sin una sonrisa en mi rostro.
Basta y sobra con ver un poquito hacia el rededor, para sentir el gozo de la vida manifiesto en la belleza de la creación del todo poderoso.
Aquí viene lo interesante, me imagino que están esperando como me las voy a ingeniar para ligar toda esta serie de confesiones y pedimentos personales con el asunto de la obesidad.
Es sencillo, si hoy puedo renacer desde mi espíritu, desde mi alma y desde mi ser, también se puede renacer en el plano de lo material, y permitirle al cuerpo manifestarse con la hermosura propia de cada célula con vida. Si tenemos la libertad de elegir lo que queremos ser internamente, también tenemos la capacidad de de decidir como queremos vernos. Se requiere de mucho valor para tomar las riendas de nuestra vida y dirigirla hacia el éxito de tal modo que ya no exista la posibilidad de ni la mas mínima queja de lo insatisfechos que podemos sentirnos, cuando somos los creadores de todo eso de lo que nos quejamos. El compromiso es muy grande y si realmente queremos realizarnos como seres superiores es indispensable reconocer la verdad y enfrentarla, es necesario dejar de postergar los hechos, hacer a un lado las justificaciones, mismas que hemos creado gracias al miedo. Tenemos miedo y nos da pereza tener que aplicar energía y tiempo, luego andamos por ahí lamiéndonos las heridas, sintiéndonos víctimas y culpando a las circunstancias, cuando en realidad los únicos responsables somos nosotros.

Hoy quiero reiterarles que la confianza en Dios es todo lo que se necesita, junto con una buena dosis de agallas, fuerza, compromiso y voluntad, debemos creer y sentir que si lo que deseamos lograr es un anhelo que viene desde el alma, desde lo más profundo del corazón, no existe ningún poder que impida que ese deseo se realice.
Yo le pedí un poco de luz a la creación y no me dio una velita, me puso el sol en la cara.
Liliana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario