Durante los años en que mi mamá estuvo conmigo en esta vida, pude conocer lo que es la entrega de un ser humano, hacia otros seres humanos. Ella fue además de una maravillosa amiga, una persona excelente, una mujer sumamente compasiva, pero sobre todo, una gran maestra. La recuerdo siempre con un libro en sus manos. Mi madre se distinguía por su inagotable paciencia y su magnífica capacidad para enseñar. Era una persona que compartía sus talentos y lo hacía con mucho amor. Creo que es una virtud y un gran don, que quienes con los años han acumulado conocimiento, se den a la tarea de transmitirlo. Supongo que mucho de lo que me impulsa a llevar a cabo cierto tipo de acciones, esta relacionado con su ejemplo. Enseñar a otros algo de lo que he aprendido me produce mucha, muchísima satisfacción. Como terapeuta Nutricional, es mi deber (mismo que me encanta), enseñar día a día el camino que ayude a mi gente, a mis pacientes a reencontrarse con su cuerpo. Ha sido en la búsqueda de apoyo, para despertar en la gente la conciencia de la importancia que tiene el cuidar de su cuerpo y de su salud, que en mi trayectoria profesional he tenido la oportunidad de conocer personas que complementan lo que hago. El lema de "Nutre tu cuerpo y también tu alma", señala literalmente el principio que rige mi vida y con ella mis acciones. Estoy convencida de que debe necesariamente existir una sincronía entre la parte física y la espiritual, emocional y mental, de cada uno de nosotros. Es un hecho: nada cambia en forma permanente de manera física, tangible, es decir tridimensional, si no prevalece al mismo tiempo una transformación en la parte no tangible, en aquello que no podemos ver.
Dependiendo de la energía con la cual estemos vibrando, será aquello que atraeremos a nuestra vida. En mi necesidad de dar a mis pacientes algo más que una dieta y una rutina de ejercitación corporal, fue que intensifiqué mi búsqueda para apoyarlos en su propósito de mejorar su salud física y emocional a través de la comida. Fue en esta búsqueda que descubrí y me reencontré con extraordinarios y excitantes caminos, senderos llenos de luz y expansión. Brechas que acortan la distancia que nos conduce a la felicidad. Ríos y mares desbordantes de sabiduría y conocimiento. No puedo de ninguna forma transmitirles con palabras, el éxtasis y por que no, el placer que representa para mi, sentir la plenitud que experimento en cada una de las células de mi cuerpo, cuando percibo la esperanza de la transformación, gracias al conocimiento.
Despreciar las oportunidades para crecer, negarse a despertar, ignorar los ofrecimientos que la vida nos regala a través de las señales, postergar el amanecer de nuestra propia conciencia, es el equivalente a negar e ignorar la presencia divina en nuestra vida.
No es posible encontrar la verdad, si en la mente no permanece la semilla de la búsqueda. Dios, la Divinidad nos conducen siempre por la trayectoria correcta, de acuerdo con aquello que anhelamos, justo con lo que soñamos.
Poco a poco, he ido encontrando respuestas, la vida me regala sorpresas cotidianas que me llenan de plenitud y confianza. Entre los grandes regalos que me ha proporcionado la vida, esta el haber conocido gente maravillosa, con la cual he tenido oportunidad de intercambiar experiencias y mucho aprendizaje. Hoy quiero referirme específicamente a una gran maestra, un ser humano generoso en extremo, una mujer con mucha voluntad que ha dedicado su vida al estudio y ha compilado una cantidad de conocimiento a mi modo de ver sin precedentes.
Deseo terminar este artículo invitándolos a que se den la oportunidad de redireccionar su vida, utilizando el conocimiento como timón.
Hasta la próxima.
Liliana.