POR QUÉ DEBERÍAS ELEJIR TRATAR TU PADECIMIENTO CONMIGO.

El objetivo principal de mi tratamiento es utilizar la alimentación como un medio para el crecimiento y realización de mi paciente tanto en el aspecto físico, como en el emocional y espiritual.
Cualquier desajuste o carencia la transformo en una área de oportunidad para capitalizar las experiencias. La idea es lograr que mi paciente elimine permanentemente la grasa corporal en exceso o bien erradique ese hábito indeseable que tanto le molesta y le perjudica. Que mejore simultáneamente todas las demás áreas de su vida. Enriqueciendo su día a día, a través de una serie de intenciones cotidianas que harán del tratamiento algo único, personal, sencillo y versátil, más que nada divertido y estimulante.
Si acudes a tus citas tu éxito esta garantizado.

viernes, 27 de febrero de 2009

PAGANDO DEUDAS

Como ustedes saben debido a mi trabajo me la paso todo el tiempo tratando de encontrar las palabras, la
forma, el método, la dieta mágica (no existe por cierto), mediante la cual pueda convencer a mis pacientes de permanecer en la lucha por la disminución de peso, aún cuando en ocasiones los resultados esperados no se manifiesten con tanta facilidad.
El día de hoy me vino una idea a la mente. Sucede que cotidianamente, miles de personas esbeltas comen casi siempre un poco más de las calorías que su cuerpo requiere para llevar a cabo las acciones cotidianas. Sin embargo este extra calórico no se ve reflejado en el peso, porque de alguna manera el organismo busca la forma de compensar dicho exceso. Es así que durante muchos años años no pasa nada, si el exceso es aceptable el cuerpo de cualquier modo se mantiene en el peso, pero sucede que un día ese mismo cuerpecito esbelto, empieza a consumir cantidades ya no tan aceptables sino hasta excesivas de cuanta cosa se le cruza, ya sea por motivos emocionales, ya sea que baja la actividad física y el consumo permanece igual, sea cual fuese la causa, llega un momento en que el organismo ya no tiene forma de sopesar y el resultado se convierte en grasita por aquí, grasita por allá, grasita por delante, grasita por detrás, y es entonces que aparecen los primeros síntomas de la futura obesidad.La madre naturaleza es altamente compasiva y siempre está dispuesta a apapachar, ayudar y alcahuetear a sus hijos por que nos ama, sin embargo llega un momento en que después de ser tremendamente tolerante, pierde la paciencia porque de alguna manera se da cuenta de que tampoco se trata de ser abusivos. Es tolerante entonces con los que se miden, pero deja caer su furia sobre los que le pierden el respeto por completo. Así es como la obesidad llega y muchas de las ocasiones para quedarse.
Dentro de los síntomas más frecuentes que manifiestan los pacientes el más peculiar es la amnesia duradera, pero pasajera. Ésta empieza cuando la persona comienza a subir de peso, y desaparece cuando un día se ve en el espejo y se pregunta ¿Cómo me pudo suceder esto?¿Cómo pasó? Entonces decide que tiene que hacer algo al respecto y es entonces que comienza la historia.
Sucede que para aumentar de peso es necesario primero romper la barrera con la cual el cuerpo se defiende para mantenerse sin cambios y para esto es indispensable comer mucho más de lo que se consumía con anterioridad y por un prolongado número de días. Una vez que se consigue desbordar el vaso (como yo lo llamo), es sumamente fácil acumular como grasa el exceso de calorías, en este caso el organismo ya no hará ningún esfuerzo por contrarrestar este proceso, antes al contrario lo facilitará. Cada porción de alimento, cada caloría extra que no se gaste se acumulará como grasa.
Pues para no hacer el cuento largo, cuando lo que deseamos es disminuir todo lo que se acumuló, tenemos que hacer lo mismo que hicimos para subir, pero al revés. Es indispensable que para revertir el proceso iniciemos por comer menos cantidad de la que actualmente comemos. Por supuesto que este es justamente el problema mayor que oblogatoriamente se tiene que enfrentar.
Durante décadas hemos tratado de encontrar la forma de seguir consumiendo un volúmen desmedido de alimento y con esto conseguir disminuir, lo que inevitablemente obtuvimos justamente haciendo lo mismo. No tiene lógica, yo lo comparo con una deuda en una tarjeta de crédito, es más... es casi, casi lo mismo. Cuándo han visto que al contraer una deuda, logremos liquidarla pagando menos. Es imposible, antes al contrario, los intereses nos atrapan. Las dietas con restricción son tan repudiadas como lo son las deudas de dinero que además generan intereses, de algún modo la naturaleza humana se niega a asumir el compromiso que tan osadamente contrajo. Todo el mundo sabe que si gasta más dinero del que tiene, necesariamente llegará un momento en el cual no podrá soportar la situación, así mismo todo el mundo a excepción de los bebés y los niños que todavía no tienen conciencia, saben que si se ingieren más calorías de las que se gastan inevitablemente adquirirán una deuda calórica transformada en grasa corporal, que tarde o temprano si se quiere recuperar la figura y la salud ideal, será necesario pagar la factura calórica, pero además con intereses. Y como es bien sabido nadie quiere pagar más por algo que costó menos. Cuando alguien se endeuda económicamente es justamente porque sus ingresos no le alcanzan para liquidar el monto diario, semanal o mensual al que se sometió, es irrazonable creer que si no se hace algo pára aumentar los ingresos, vayamos a poder seguir con el mismo ritmo de vida y además que podamos saldar los intereses generados de la deuda adquirida. Por lo tanto alguien que irresponsablemente (no quiero decir con esto que voluntariamente, a propósito o adrede, de ninguna manera), se involucró en una deuda calórica, vaya a poder liquidar la mencionada deuda, si sigue consumiendo más calorías de las que gasta y que pueda conseguir sin ningún esfuerzo volver a tener la imagen que alguna vez tuvo. Para contrarrestar el déficit económico, es indispensable proponerse una estrategia en la que será necesario planear, trabajar duro, ser creativos y vender un producto o dar un servicio que lamentablemente requerirá de un esfuerzo mayor para generar los ingresos no solo para pagar el capital, sino además los intereses generados durante el tiempo de la deuda. Así mismo sucede cuando la deuda no es en pesos, sino en calorías transformadas en grasa.
Puede parecer ridículo, pero nada es más próximo a la realidad que esto. Todos queremos comer sin medida y a nuestras anchas, todos queremos comprar y gastar para tener los bienes que nos complacen. Pero si no nos ganamos el derecho para tenerlo necesariamente tendremos que pagar el costo de la deuda.
Creo que debemos dejar de soñar y poner los pies en la tierra, si queremos vivir en paz, dormir tranquilos y sin tener un embargo en puerta, es menester vivir nuestra realidad económica. Si deseamos vernos bien y conservar la salud es obligatorio regresar las calorías (grasa acumulada en el cuerpo) que con tanto esmero le pedimos prestadas a la madre naturaleza.
La buena noticia es que esta madre es tan bondadosa, que en ocasiones nos perdona los intereses y nos permite saldar solo el capital. Sin embargo somos tan obstinados que además le exigimos que nos permita recibir el beneficio sin ni siquiera esforzarnos por pagar el capital.
Creo yo, que el problema mayor radica justo en este punto. Es por eso que los científicos e investigadores se esmeran día a día por encontrar la fórmula mágica para conseguir individuos flacos, comiendo en exceso, esto es como hacer billetes falsos para pagar una deuda auténtica.
Como en la política, es más fácil echarle la culpa al gobierno por nuestra ignorancia, así mismo buscamos hasta en el lugar más recóndito de la tierra a alguien que nos diga que sin ejercicio, sin restricción alimentaria y sin mover un dedo y comiendo en exceso, y tomando algún brevaje nos vamos ver esculturales, atléticos y físicamente armónicos.
Es mejor despertar y ver la realidad latente. La magia no existe, todo tiene un costo y es obligatorio pagarlo, además es lo justo. No estoy diciendo de ninguna manera que sea fácil, pero a decir verdad no existe otro camino. Es parte del crecimiento, es parte del aprendizaje,es parte de esta vida que lo que verdaderamente perdura es aquello que se consigue con trabajo, aplicando la energía necesaria para obtenerlo.
Quejarnos, hacer berrinches, enojarnos, patalear, gritar y maldecir, puede ser una forma de descargar la ira que nos provoca enfrentar la verdad, pero no conseguiremos por más brincos y patadas que demos, obtener los beneficios indispensables que se consiguen si en lugar de gastar nuestra energía y nuestro tiempo en todo lo anteriormente mencionado, mejor nos aplicamos para marcar nuestras metas y activarnos positivamente para conseguirlas.
Se requiere de disciplina, entusiasmo, valor, voluntad y realismo. Debemos cambiar la soberbia por humildad y de una vez por todas dejar de sentirnos víctimas ante una situación que de forma ditrecta o indirectamente permitimos. Como humanos podemos permitirnos el derecho a equivocarnos, pero como seres pensantes que deseamos superarnos tenemos que encontrar la forma de llevar a cabo todo aquello que consideramos es necesario para que nuestra vida tenga sentido, para que podamos ser felices y para que logremos de una vez por todas realizarnos. Podemos hacer trampa, pero esto solo ocasionará que posterguemos el aprendizaje que indispensablemente requerimos para lograr trascender.
Paguemos pues sin reproches, sin lamentos y sin quejas, que tal vez si nos disciplinamos la madre naturaleza se dé cuenta de que hemos aprendido la lección y entonces Dios y el universo entero conspirarán para que podamos lograr nuestro objetivo con mayor facilidad.
Liliana

miércoles, 25 de febrero de 2009

CARBOHIDRATOS ¿CONSUMIRLOS O NO?

Después de muchos artículos filosóficos y de análisis personal acerca de la comida, hoy escribiré algo más científico y teórico. Por aquello de que también tenemos que culturizarnos y saber qué necesita nuestro cuerpo y cómo podemos proporcionárselo. Es importante saberlo para dormarnos un criterio y poder decidir libremente acerca de lo que consideramos debemos comer.
Son siete los nutrientes básicos e indispensables que debemos consumir para mantener la integridad celular. A saber los carbohidratos (hidratos de carbono), proteínas, grasas, vitaminas, minerales, agua y fibra. Ya he mencionado en alguno de los blogs de este espacio ASPECTO Y SALUD EN MONTERREY, el tema de la hidratación, el de las vitaminas y el de los minerales. Le toca el turno a los tan actualmente controversiales carbohidratos. También conocidos como hidratos de carbono, azúcares o glúcidos están formados de carbono, hidrógeno y oxígeno.
Son la principal fuente de energía inmediata en el organismo, aportan cuatro calorías por gramo. Y pese a la mala fama que han adquirido en los últimos años, siguen siendo indispensables para el buen funcionamiento de nuestro organismo. Se clasifican de la siguiente manera: simples y complejos.
Los carbohidratos simples son la sacarosa o azúcar de mesa, la fructuosa contenida en las frutas y la lactosa de la leche. Estos son los responsables del sabor dulce de muchos de los alimentos.
Los carbohidratos complejos. Son como su nombre lo indica formas más complejas y de mayor número de molécules que los simples. Algunos ejemplos son la celulosa de los vegetales, el almidón contenido en los tubérculos como la papa y el glocógeno presente en el hígado y en el músculo de los animales.
Se considera que una dieta normal y equilibrada debe contener entre el 50 y el 60% del total de las colrías provenientes de hidratos de carbono.
Las principales funciones de los carbohidratos son:
1.- Servir como la principal fuente de energía importante para el cuerpo.
2.- Ejercer una acción economizante de proteínas.
3.- Su presencia es importante para metabolizar normalmente las grasas.
4.- Son indispensables para el mantenimiento de la integridad funcional del tejido nervioso y en específico la glucosa es la única fuente de energía para el cerebro.
5.- La lactosa permanece más tiempo que el resto de los glúcidos en el intestino y estimula la proliferación de bacterias benéficas, provocando una acción laxante.
6.- La celulosa y los carbohidratos insolubles (fibra), estimulan el peristaltismo (movimiento del aparato gastrointestinal), ayudan a la digestión y absorben agua para dar volúmen al contenido del intestino, por lo que favorecen a tener evacuaciones normales.
Son muchos los procesos metabólicos que se realizan en el organismo relacionados con el consumo de carbohidratos normal.
Lamentablemente los hidratos de carbono se han convertido en uno de los nutrientes más temido, principalmente por todos aquellos que de alguna manera conservan en menor o mayor grado kilos extras de grasa en su cuerpo. Siempre que hablamos de obesidad, los carbohidratos aparecen como el culpable número uno. En cierta forma esto es verdad, pero no porque sean malos para el organismo ya que son indispensables, sino porque las principales formas de consumo actual son en su versión refinada, es decir industrializada al grado de ya no contener las formas originales y sanas en que debiesen consumirse. Gracias a los avances tecnológicos se ha perdido la objetividad en cuanto a su consumo.
Analicemos lo siguiente. Las frutas, las verduras y las leguminosas son fuentes excelentes de carbohidratos, son también formas de proveer al cuerpo de otros nutrientes indispensables como las vitaminas, los minerales, el agua y la fibra requerida para conservarlo sano. Los cereales, y no me refiero a los refinados, azucarados y listos para servirse , sino a los de grano entero como el maíz, el trigo, el arroz, la avena etc. aportan gran cantidad de fibra que limpia el organismo y de vitaminas del complejo B.
Lo que realmente ha ido envenendo poco a poco a los pobres mortales que habitamos este planeta es la versión refinada, más refinada y vuelta a refinar de los incomprendidos carbohidratos. Son el montón de productos que ingerimos saturados de las bien llamadas calorías vacías, es decir las que nos engordan y no nos aportan ningún otro beneficio, los realmente responsables de la mala fama de los bien intencionados carbohidratos naturales.
Por supuesto que el truco de estos pseudoalimentos es lo rico que resultan al paladar. Tienen conservadores adictivos, son de muy fácil masticación y lo peor es que el índice glicémico es tan alto, que al consumirlos, la secreción de insulina es tal que inevitablemente la necesidad de consumirlos de nuevo aparecerá demasiado pronto, volviéndose un círculo vicioso que dará como resultado un consumo excesivo de calorías diarias, mismas que al no gastarse con la actividad regular tendrán que transformarse en grasa y depositarse en alguna parte de nuestro pobre cuerpecito.
Como verán el problema no son los carbohidratos, sino la fuente de los mismos. Debemos eliminar de la dieta los azúcares, las harinas, los cerales y los postres refinados. Pero debemos mantener el consumo de frutas, verduras, cereales de grano entero y leguminosas. Recordemos que estos alimentos son los que se encuentran en primero y segundo lugar de la base de la pirámide alimenticia y son además la forma más aconsejable para el consumo de muchos otros de los nutrientes que los acompañan.
Liliana.

lunes, 23 de febrero de 2009

RELACIONES SANAS

Cuando hablamos de relaciones inmediatamente viene a nuestra mente la familia, la pareja, el jefe (a), el compañero (a) de trabajo, el amigo (a), la vecina (o), la maestra (o)... en fin una persona o varias. Sin embargo es importante también, cómo nos relacionamos con las cosas: con el dinero, con el trabajo, CON LA COMIDA, con la naturaleza etc. Tal vez se escuche un poco ridículo hablar acerca de una relación sana con la comida. Creo que más que hablar de una relación, sería más conveniente hablar de una actitud. Entonces estaríamos refiriéndonos a la actitud que tenemos frente a los alimentos. Definitivamente y sin lugar a dudas comer es algo indispensable en la vida de cualquier ser humano. No podemos vivir sin consumir los nutrientes que nuestro cuerpo necesita para subsistir. De hecho de eso depende el buen o mal desempeño de nuestras actividades, de eso depende también la salud que tengamos, el equilibrio físico y hasta incluso el emocional (se ha comprobado que padecer algún tipo de carencia nutricional puede provocar depresión, alteraciones de la personalidad y muchas otras irregularidades del carácter).
La comunicación, el respeto, el amor, la conciencia, la paciencia, la tolerancia y la compasión, son algunos de los valores y las características de una buena relación.
Hace ya algunos años en alguna de las muchas terapias que he tomado, sucedió que una terapeuta me dijo que para que yo pudiera mantener en equilibrio mi espíritu y fortalecer mi paz interna, debía sembrar plantas, árboles y flores. Me dijo que tener un jardín sería espléndido para mi crecimiento interno. Debía cuidar lo que sembrara; regar, poner abono, transplantar, podar, quitar las hojas secas...en fin hacer todo lo que es necesario para que ese jardín luciera alegre y sano. Y que si en algún momento fuese indispensable quitar alguna hierba mala, o cortar alguna flor o arrancar alguna rama era obligatorio pedir permiso al jardín y manifestar perdón a la plantita intrusa si era necesario erradicarla. Es irrisorio, pero no saben cuánto me ayudó. Porque más que beneficiar a la planta me benefició a mí. Es como una práctica cotidiana de respeto, es un entrenamiento para desarrollar la conciencia. Para mí fue una forma de tener contacto con la vida vegetal y demostrarle mis sentimientos internos con un gran respeto y amor.
Insisto: la más beneficiada fui yo.
Se me ocurrió tiempo atrás y se lo he manifestado a mis pacientes, que lo mismo que sucede con los árboles y las plantas, pasa también con la comida.
Creo que no le hemos dado la solemnidad requerida al acto de nutrirnos. Pienso que que debemos reconciliarnos con la comida. Suena un poco extraño y tal vez si alguien ve semejante actitud de respeto ante los alimentos que vamos a tomar, pudiese creer que hemos perdido la razón. Sin embargo puede muy bien ser un acto interno más que externo, o sea que nadie tiene que notarlo. Tomarnos un tiempo para ponernos en contacto con todo aquello que vamos a llevarnos a la boca. Agradecer a la vida, a Dios y a la naturaleza la oportunidad de paladear cualquier cosa que nos corresponda en el momento. Observarlo detenidamente, olerlo, tomar los cubiertos, llevar cada bocadillo a la la boca, masticarlo, disfrutarlo y degustarlo. Sé que no hay mejor forma de lograr que cumpla su exacta función a menos de que hagamos esto. Brindarnos placer, satisfacción y plenitud esa es la función de la comida. Si el momento de alimentarnos se convirtiera en algo sagrado, muchos de los que deglutimos y deglutimos sin ni siquiera pensarlo podríamos tener más salud.
La comida es nuestra amiga, es la encargada de darnos no solo lo que nuestro cuerpo necesita para vivir, sino además el maravilloso placer del gusto. Sin importar qué clase de comida sea, merece respeto, sin embargo a medida que vamos haciendo conciencia de la importancia de los alimentos en nuestra vida, en esa misma medida nos volvemos más selectivos y de la misma forma y de una manera natural iremos equilibrando las cantidades. Es como un efecto en cascada, una cosa lleva a la otra. Si le dedicamos tiempo a pensar qué es lo que deseo proporcionarle a mi cuerpo, de qué calidad lo deseo, la cantidad que debo brindarle, luego de tenerlo en el plato, lo observo y me pongo en contacto con él, le agradezco a la vida y a Dios por permitirme tenerlo a mi disposición y por último le demuestro el respeto que merece, tarde o temprano recuperaré no solo mi peso, sino además la energía necesaria para hacer todo aquello que alguna vez soñé. Curiosamente muchas otras cosas más mejorarán en mi vida y en el resto de mis relaciones.
No debo nunca quejarme porque lo que puedo ingerir no sea necesariamente lo que deseo, debo ante todo mostrar una actitud de profundo agradecimiento por no pasar hambre. Lo más chistoso es que justamente entre más nos quejamos de que lo que comemos no nos satisface y no nos gusta, más sano, nutritivo y beneficioso es para nuestro cuerpo y para mantener nuestra salud y por lo tanto nuestra vida.
Liliana.

miércoles, 11 de febrero de 2009

TENGO QUE DECIRLO


Hace ya algún tiempo que no escribo. La verdad es que me ha faltado inspiración. Para ser honesta creo que he estado viviendo una crisis personal. Hoy termina esa crisis.
Me he dejado llevar por la angustia colectiva del mundo que me rodea. Pienso que el pánico que vivimos actualmente no solo me ha trastornado a mí, sino a la mayoría de los terrícolas que habitamos este planeta. ¿Cómo evitarlo?...Desde que despertamos por la mañana por más optimistas que seamos, es casi imposible lidiar con el pesimismo masivo. Pareciera que solo existen las malas noticias. Monterrey fué una ciudad de provincia habitada por personas honestas, trabajadoras, abiertas, francas y en definitiva progresistas y luchistas. Fué un ejemplo, no solo por su forma de vida sino porque la gente siempre fue de fiar. Recuerdo muy bien que en una ocasión estaba yo dormida en un sofá (muy cómodo por cierto) en el que yo solía esperar después de la comida para ir a trabajar de nuevo ,por la tarde, recostada en él dormía una pequeña siesta (eran otros tiempos), me recostaba con la puerta de la sala abierta y podía descansar sin tener qué preocuparme porque alguien quisiera entrar y robar, nunca pensé que pudiera pasarme nada malo por tener la puerta de mi departamento abierta (en aquel tiempo vivía en un departamento). Una tía a la que adoro venía de visita a mi ciudad para buscar casa, ella vivía en la ciudad de México y quería vivir en Monterrey, yo le pregunté: ¿por qué?, México es una ciudad hermosa, llena de oportunidades, es la capital de la República, a lo que ella contestó: porque allá no puedo hacer lo que tu haces en este momento; recostarte en tu sofá con la puerta abierta y dormir con la tranquilidad y la confianza que tú lo haces. Por supuesto poco tiempo después compró su casa y junto con su esposo y sus hijos vinieron a vivir aquí. Hoy me pregunto si esa fué una buena decisión.
Sigo creyendo que es una extraordinaria urbe, sigo pensando que su gente es buena, pero algo está pasando que nos hemos dejado contaminar, nos hemos dejado influenciar, hemos perdido la pureza del alma y del espíritu. Nosotros no somos en realidad malas personas, tenemos que marcar la diferencia, tenemos que retomar nuestros valores y recordar que nos distinguíamos por la confianza que el resto de las personas del mundo tenían en nosotros por el simple hecho de pertenecer a Nuevo León, el estado del Norte de México, donde un camión cargado de fruta te daba el pase con su direccional puesta, en señal de cortesía para que pudieras pasar porque él iba muy lento en su carril de la carretara, donde si tenías una dificultad con tu coche fuese la hora que fuese, alguien iba a tener la amabilidad de pararse para brindarte ayuda y en ningún momento estarías corriendo un riesgo. Era una zona de confianza, en la cual si una autoridad te detenía por los motivos que fueran, tenías la certeza de que serías tratado con dignidad y respeto. La gentileza en cualquier situación era lo que distinguía a las personas que poblamos esta parte del planeta.
Ahora me levanto por la mañanas y si enciendo la televisión o la radio, o recojo el periódico y solo escucho y veo las malas noticias, todo habla acerca de la inseguridad, todo indica frustración y enojo. Todo es agresivo.
Será que estamos perdiendo la cordura, ¿cómo es posible bloquear calles y avenidas importantes?¿ Cómo podemos crecer y progresar si seguimos viviendo en esta forma.? Y la pregunta más importante es: ¿Qué estamos haciendo para que esto se esté dando en esta forma? ¿Cómo colaboramos para que la situación se esté tornando cada día más nefasta?
Alguna vez escribiendo la oratoria que presenta mi hija en el colegio, habló acerca de la paz, la frase de entrada decía así: BUSCA LA PAZ EN TU ALMA Y LA ENCONTRARÁS EN EL MUNDO. Antes que nada creo que debemos estar en paz con nosotros mismos, de esta forma lo que transmitiremos será paz y no inquietud e insatisfacción. La cortesía, la humildad, la amabilidad y el respeto son cosas que de ninguna manera debemos olvidar. Tenemos derecho a la vida, a la libertad y a la felicidad. No tenemos derecho a la agresión, no tenemos por qué quejarnos a cada instante si tampoco estamos dispuestos a modificar nuestras actitudes para que las cosas mejoren. Debemos recordar que la ira genera más ira, que el odio genera más odio, así como comer mucho genera una necesidad orgánica de más comida, así también todo lo malo y negativo, genera más maldad y negatividad. Si todo es cuestión de actitud, cambiemos de actitud, reproduzcamos paciencia y tolerancia. Las personas inteligentes y capaces, debemos iniciar la transformación, es nuestra responsabilidad y no la de los menos capaces, entender las limitaciones de cada ser humano, comprender que si queremos que se modifique la actitud de los menos agraciados, tenemos por obligación y como una responsabilidad iniciar el cambio en nosotros mismos.
Hace algunos años (bastantes por cierto), leí la historia de un rey que pidió al pueblo que cada familia acudiera y llevara consigo dos litros del mejor vino que tuvieran en su casa (no me crean mucho tal vez no fué literalmente así), lo quería como una donación, lo iban a vertir en un solo recipiente muy grande para después compartirlo con el resto del pueblo, hubo quien pensó que si en lugar de vino depositaba agua, pues nadie lo notaría en tan inmenso volúmen de vino, sucedió que esa fué la forma de pensar de casi todas las familias del pueblo, así que al momento de servir el vino era solo agua. Tal vez eso es lo que nos está pasando, creemos que en tan inmenso número de personas nadie notará que no hacemos lo correcto, el problema es que casi todos estamos pensando de la misma forma y entonces lo incorrecto es lo que sobresale.
Deseo tener el Monterrey de antaño, deseo que seamos la ciudad que sobresale por la integridad de sus ciudadanos, deseo de todo corazón que podamos sentir la tranquilidad de saber que nuestros hijos y nuestras familias pueden estar seguras porque cuentan con una gran familia, que se encargará de cuidar, proteger y respetar a cada miembro de la misma. Somos y pienso que debemos seguir siendo la ciudad del ejemplo, no debemos permitirnos fracasar en esta tarea, debemos volver y regresar a ser el vecino, el amigo, el compañero con el cual podemos tener la oportunidad de confiar y saber que siempre nos podemos dar la mano los unos a los otros por el simple hecho hecho de pertenecer a esta gran familia, a Monterrey.
Liliana.