
forma, el método, la dieta mágica (no existe por cierto), mediante la cual pueda convencer a mis pacientes de permanecer en la lucha por la disminución de peso, aún cuando en ocasiones los resultados esperados no se manifiesten con tanta facilidad.
El día de hoy me vino una idea a la mente. Sucede que cotidianamente, miles de personas esbeltas comen casi siempre un poco más de las calorías que su cuerpo requiere para llevar a cabo las acciones cotidianas. Sin embargo este extra calórico no se ve reflejado en el peso, porque de alguna manera el organismo busca la forma de compensar dicho exceso. Es así que durante muchos años años no pasa nada, si el exceso es aceptable el cuerpo de cualquier modo se mantiene en el peso, pero sucede que un día ese mismo cuerpecito esbelto, empieza a consumir cantidades ya no tan aceptables sino hasta excesivas de cuanta cosa se le cruza, ya sea por motivos emocionales, ya sea que baja la actividad física y el consumo permanece igual, sea cual fuese la causa, llega un momento en que el organismo ya no tiene forma de sopesar y el resultado se convierte en grasita por aquí, grasita por allá, grasita por delante, grasita por detrás, y es entonces que aparecen los primeros síntomas de la futura obesidad.La madre naturaleza es altamente compasiva y siempre está dispuesta a apapachar, ayudar y alcahuetear a sus hijos por que nos ama, sin embargo llega un momento en que después de ser tremendamente tolerante, pierde la paciencia porque de alguna manera se da cuenta de que tampoco se trata de ser abusivos. Es tolerante entonces con los que se miden, pero deja caer su furia sobre los que le pierden el respeto por completo. Así es como la obesidad llega y muchas de las ocasiones para quedarse.
El día de hoy me vino una idea a la mente. Sucede que cotidianamente, miles de personas esbeltas comen casi siempre un poco más de las calorías que su cuerpo requiere para llevar a cabo las acciones cotidianas. Sin embargo este extra calórico no se ve reflejado en el peso, porque de alguna manera el organismo busca la forma de compensar dicho exceso. Es así que durante muchos años años no pasa nada, si el exceso es aceptable el cuerpo de cualquier modo se mantiene en el peso, pero sucede que un día ese mismo cuerpecito esbelto, empieza a consumir cantidades ya no tan aceptables sino hasta excesivas de cuanta cosa se le cruza, ya sea por motivos emocionales, ya sea que baja la actividad física y el consumo permanece igual, sea cual fuese la causa, llega un momento en que el organismo ya no tiene forma de sopesar y el resultado se convierte en grasita por aquí, grasita por allá, grasita por delante, grasita por detrás, y es entonces que aparecen los primeros síntomas de la futura obesidad.La madre naturaleza es altamente compasiva y siempre está dispuesta a apapachar, ayudar y alcahuetear a sus hijos por que nos ama, sin embargo llega un momento en que después de ser tremendamente tolerante, pierde la paciencia porque de alguna manera se da cuenta de que tampoco se trata de ser abusivos. Es tolerante entonces con los que se miden, pero deja caer su furia sobre los que le pierden el respeto por completo. Así es como la obesidad llega y muchas de las ocasiones para quedarse.

Sucede que para aumentar de peso es necesario primero romper la barrera con la cual el cuerpo se defiende para mantenerse sin cambios y para esto es indispensable comer mucho más de lo que se consumía con anterioridad y por un prolongado número de días. Una vez que se consigue desbordar el vaso (como yo lo llamo), es sumamente fácil acumular como grasa el exceso de calorías, en este caso el organismo ya no hará ningún esfuerzo por contrarrestar este proceso, antes al contrario lo facilitará. Cada porción de alimento, cada caloría extra que no se gaste se acumulará como grasa.
Pues para no hacer el cuento largo, cuando lo que deseamos es disminuir todo lo que se acumuló, tenemos que hacer lo mismo que hicimos para subir, pero al revés. Es indispensable que para revertir el proceso iniciemos por comer menos cantidad de la que actualmente comemos. Por supuesto que este es justamente el problema mayor
que oblogatoriamente se tiene que enfrentar.

Durante décadas hemos tratado de encontrar la forma de seguir consumiendo un volúmen desmedido de alimento y con esto conseguir disminuir, lo que inevitablemente obtuvimos justamente haciendo lo mismo. No tiene lógica, yo lo comparo con una deuda en una tarjeta de crédito, es más... es casi, casi lo mismo. Cuándo han visto que al contraer una deuda, logremos liquidarla pagando menos. Es imposible, antes al contrario, los intereses nos atrapan. Las dietas con restricción son tan repudiadas como lo son las deudas de dinero que además generan intereses, de algún modo la naturaleza humana se niega a asumir el compromiso que tan osadamente contrajo. Todo el mundo sabe que si gasta más dinero del que tiene, necesariamente llegará un momento en el cual no podrá soportar la situación, así mismo todo el mundo a excepción de los bebés y los niños que todavía no tienen conciencia, saben que si se ingieren más calorías de las que se gastan inevitablemente adquirirán una deuda calórica transformada en grasa corporal, que tarde o temprano si se quiere recuperar la figura y la salud ideal, será necesario pagar la factura calórica, pero además con intereses. Y como es bien sabido nadie quiere pagar más por algo que costó menos. Cuando alguien se endeuda económicamente es justamente porque sus ingresos no le alcanzan para liquidar el monto diario, semanal o mensual al que se sometió, es irrazonable creer que si no se hace algo pára aumentar los ingresos, vayamos a poder seguir con el mismo ritmo de vida y además que podamos saldar los intereses generados de la deuda adquirida. Por lo tanto alguien que irresponsablemente (no quiero decir con esto que voluntariamente, a propósito o adrede, de ninguna manera), se involucró en una deuda calórica, vaya a poder liquidar la mencionada deuda, si sigue consumiendo más calorías de las que gasta y que pueda conseguir sin ningún esfuerzo volver a tener la imagen que alguna vez tuvo. Para contrarrestar el déficit económico, es indispensable proponerse una estrategia en la que será necesario planear, trabajar duro, ser creativos y vender un producto o dar un servicio que lamentablemente requerirá de un esfuerzo mayor para generar los ingresos no solo para pagar el capital, sino además los intereses generados durante el tiempo de la deuda. Así mismo sucede cuando la deuda no es en pesos, sino en calorías transformadas en grasa.
Puede parecer ridículo, pero nada es más próximo a la realidad que esto. Todos queremos comer sin medida y a nuestras anchas, todos queremos comprar y gastar para tener los bienes que nos complacen. Pero si no nos ganamos el derecho para tenerlo necesariamente tendremos que pagar el costo de la deuda.

La buena noticia es que esta madre es tan bondadosa, que en ocasiones nos perdona los intereses y nos permite saldar solo el capital. Sin embargo somos tan obstinados que además le exigimos que nos permita recibir el beneficio sin ni siquiera esforzarnos por pagar el capital.
Creo yo, que el problema mayor radica justo en este punto. Es por eso que los científicos e investigadores se esmeran día a día por encontrar la fórmula mágica para conseguir individuos flacos, comiendo en exceso, esto es como hacer billetes falsos para pagar una deuda auténtica.
Como en la política, es más fácil echarle la culpa al gobierno por nuestra ignorancia, así mismo buscamos hasta en el lugar más recóndito de la tierra a alguien que nos diga que sin ejercicio, sin restricción alimentaria y sin mover un dedo y comiendo en exceso, y tomando algún brevaje nos vamos ver esculturales, atléticos y físicamente armónicos.
Es mejor despertar y ver la realidad latente. La magia no existe, todo tiene un costo y es obligatorio pagarlo, además es lo justo. No estoy diciendo de ninguna manera que sea fácil, pero a decir verdad no existe otro camino. Es parte del crecimiento, es parte del aprendizaje,es parte de esta vida que lo que verdaderamente perdura es aquello que se consigue con trabajo, aplicando la energía necesaria para obtenerlo.
Quejarnos, hacer berrinches, enojarnos, patalear, gritar y maldecir, puede ser una forma de descargar la ira que nos provoca enfrentar la verdad, pero no conseguiremos por más brincos y patadas que demos, obtener los beneficios indispensables que se consiguen si en lugar de gastar nuestra energía y nuestro tiempo en todo lo anteriormente mencionado, mejor nos aplicamos para marcar nuestras metas y activarnos positivamente para conseguirlas.
Se requiere de disciplina, entusiasmo, valor, voluntad y realismo. Debemos cambiar la soberbia por humildad y de una vez por todas dejar de sentirnos víctimas ante una situación que de forma ditrecta o indirectamente permitimos. Como humanos podemos permitirnos el derecho a equivocarnos, pero como seres pensantes que deseamos superarnos tenemos que encontrar la forma de llevar a cabo todo aquello que consideramos es necesario para que nuestra vida tenga sentido, para que podamos ser felices y para que logremos de una vez por todas realizarnos. Podemos hacer trampa, pero esto solo ocasionará que posterguemos el aprendizaje que indispensablemente requerimos para lograr trascender.
Paguemos pues sin reproches, sin lamentos y sin quejas, que tal vez si nos disciplinamos la madre naturaleza se dé cuenta de que hemos aprendido la lección y entonces Dios y el universo entero conspirarán para que podamos lograr nuestro objetivo con mayor facilidad.
Liliana