
Quiero contarles una historia, misma que data desde hace ya algunos años (muchos años jaja...). Para ser exacta, tenía 17 veranos cuando terminé el bachillerato. Justo entonces debía decidir a qué quería dedicarme, en qué iba a trabajar el resto de mi vida (así de dramática era la cosa), porque se supone, que si eres una persona profesionalmente exitosa, entonces tienes necesariamente que triunfar en el área de lo que estudiaste. Para ser honesta, yo deseaba con toda mi alma ser médico, mi bisabuelo lo fue, mi abuelo, mi madre y su hermano Luis Antonio también. Como soy la hija mayor de toda una generación, no solo lo quería, sino que era como que un deber dedicarme a curar gente.
Por muchos motivos, que está por demás mencionar en este momento, no estudié medicina. Confieso que desde entonces y hasta hace dos semanas sentía una gran decepción, no porque no me gustara ser nutrióloga, sino porque mis aspiraciones eran otras. Yo verdaderamente quería ser muy importante, alguien que pudiese cambiar el mundo y los seres que lo habitan. Deseaba pararme frente a un enfermo y dictar las instrucciones para que recuperara su salud. Nada me apasionaba más, que la sola idea de permanecer en un hospital las 24 horas del día, atendiendo a todos aquellas personas que desafortunadamente requirieran de alguien que les ayudase a rescatar su vida o a recuperar si integridad física. Lamentablemente no fue posible. Alguien incluso me dijo: "las Lic. en Nutrición son mujeres que no pudieron con la carrera de medicina", "y como ser dietista es tan fácil", son simples amas de casa que quisieron justificar una profesión, para no sentirse inmerecedoras de tener un título profesional. Dado que como todo el mundo come, pues debemos suponer que el universo entero sabe cómo hacerlo. Definitivamente no es así. Los seres humanos comemos, y como yo les digo a mis pacientes: no tenemos mas que la simple comida común, porque no existen ni los hongos lunares, ni espinacas marcianas. Tenemos la simple y sencilla comida mortal.
No fui médico, lo lamento y mucho, tal vez y sin ninguna duda lo hubiese hecho muy bien. ¿Qué mas da?

El caso es que soy Nutrióloga, dietista o terapeuta nutricional, como quieran verlo o decirlo. Como ya lo he expuesto en otros artículos hace dos años estuve a punto de tirar la toalla, sentía que mi trabajo era inútil ya que las personas con sobrepeso no se curan, y si bien el mercado es cada día más prometedor (cada día hay más personas con sobrepeso) pues como que no es grato dedicarse toda la vida a algo que no da frutos. Hoy le doy gracias a Dios, a la vida y a mi misma por haberme quedado y darme esta última oportunidad, porque desde entonces y hasta la fecha me han sucedido cosas maravillosas, que finalmente terminaron por revelarme que lo mejor que pudo sucederme fue ser profesional de la nutrición, que si un ser humano tiene fe y paciencia tarde o temprano descubrirá que lo que le ha sucedido es exactamente lo que necesitaba que le sucediera.
Se que en ocasiones al escribir este blog aprovecho para hablar no solo de nutrición, sino que además hablo de mi vida y de mi. Creo que es importante que la gente sepa en manos de quien están entregando su confianza, porque específicamente en este asunto de la obesidad es fundamental que el terapeuta sienta pasión y compromiso por lo que hace.
En los primeros días de febrero leí en un calendario que me hicieron el favor de regalarme una frase que decía: "donde esta tu tiempo, tu mente, tu acción y tu pasión...está tu futuro".
Descubrí que Dios me ama tanto, que aunque en ocasiones yo no me haya dado cuenta, me dio la mejor misión: Nutrir a las personas. Y cuando hablo de nutrir no solo me refiero a enseñarles como hacerlo físicamente, sino mental, emocional y espiritualmente. Mis pacientes por fin se están curando, pero curando de verdad, porque entendí que mi labor va más allá que enseñarles qué deben comer para estar sanos y esbeltos, mi verdadero trabajo incluye no solo esto sino además una variedad infinita de opciones con las cuales puedo apoyarlos para encontrar en ellos lo que la comida brinda. La verdadera razón por la que cada día hay más adultos obesos no se limita a una mala educación, lo que sucede es que poco a poco nos hemos quedado vacíos, hemos perdido el horizonte y en un afán por llenar todos esos huecos existenciales inconscientemente estamos usando cosas externas como la comida, el alcohol, el cigarro y las drogas, para tratar de llenarlos.
La obesidad en el adulto ha crecido en la misma medida que hemos dejado de lado lo esencial. Mis pacientes se están curando porque están sanando la parte emocional dañada, se están aliviando en la medida que se reconocen como seres completos con un cuerpo, con un espíritu, con una mente y con un alma, si de verdad quieren ser físicamente sanos es necesario que alimenten todo lo demás. Así que esta viene a ser la segunda parte de mi anterior post, los niños suben de peso porque no les enseñamos lo que les conviene comer y los adultos lo hacemos porque estamos confundidos y equivocadamente nos damos el alimento equivocado.
No soy moralista y por supuesto no estoy hablando de haber perdido los valores, ese es un tema que está en cada uno analizar. Yo estoy hablando de darnos pequeños espacios personales donde podamos reencontrarnos y reconocer que cada uno somos seres maravillosos, que tenemos mucho, que en la medida que reconozcamos y agradezcamos lo que sí poseemos en esa misma medida tendremos cada día más. Es importante perdonarnos, es fundamental amarnos a nosotros mismos y sobre todo ser agradecidos. Agradecer enriquece de tal forma, que el júbilo interno permite sentir gozo, mismo que se transforma en respeto para con nosotros y para con quienes nos rodean, entonces en automático estamos nutriendo, alimentando la mente, el espíritu y el alma, en esa misma medida el cuerpo pide cada día menos. Sé que muchos no comparten esta idea, pero también sé que casi 28 años de experiencia me dejan ver con claridad que si bien una dieta, sesiones de ejercicios, cremas etc. son necesarios para tener una buena figura y salud, no han sido suficientes.

Liliana.
1 comentario:
Felicidades por tu gran labor, al igual que tu soy Nutrióloga, y me vi reflejada en lo que escribiste, yo también quería estudiar medicina con la ilusión de "sanar" gente, pero al terminar la carrera y ejercer me di cuenta que realmente la clave es la prevensión de enfermedades, es decir la educación alimenticia, y no es facíl educar ya que al hacerlo estar reestructurando patrones mentales equivocados de alimentación y el que logra hacer un cambio en su alimentación y por ende en su vida se a vencido a si mismo, demostrando tener voluntad,autoestima (amor a si mismo)y si logra su meta, logrará cualquier cosa que se proponga en su vida, realmente somos muy valiosas en el campo de la salud, pero primero tenemos que valorarnos nosotras mismas para que el mundo valore la gra misión que estamos realizando somos instrumentos de Dios para brindar salud y armonía en la vida de otros. te dejo mi correo jaztorres@hotmail.com fue un gusto conocerte porque en tus palabras te he conocido,una persona limpia de corazón,mente y espíritu, Bendiciones.
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