Desde hace tiempo atrás, tengo la gran inquietud de transmitir una idea que muy bien puede ser de mucho beneficio para mis pacientes y para los que no lo son.Sucede que he observado el tipo de actividades y el ritmo de vida que llevamos las personas que vivimos en una ciudad como Monterrey. Muy pocas son las que actualmente terminan su día, llegan a su casa, cenan, conviven en familia y posteriormente duermen a partir de las nueve y media o diez de la noche. Antes al contrario, es alarmante ver que incluso los jóvenes descansan ya tarde, cuando deben levantarse al día siguiente entre seis y siete de la mañana, para luego ir al colegio y salir al rededor de las dos, llegar a su casa si es que les da tiempo para comer, porque en seguida hay que lanzarse a cumplir con una serie de actividades extracurriculares o partidos por la tarde, que estarán de acuerdo en que además, alguien tiene que llevarlos, casi siempre la mamá, con un tráfico que está de locos.Una vez que terminan las vueltas y carreras del día, es: llegar a casa y seguir con la computadora ya sea chateando, haciendo tarea o simplemente checando los no menos de 50 nuevos correos de todos los conocidos, amigos, desconocidos y demás, esto quienes tienen internet y computadora. Los que no, es ver tele hasta que el cuerpo aguante o bien sacar los pendientes del día siguiente, para después seguir y seguir, como si nunca pudiéramos parar, como si el día nunca terminara. Dan de nuevo las once o doce de la noche, para continuar otra vez mañana con el mismo ritmo.
Mujeres, hombres, niños, niñas, adultos jóvenes o mayores, mamás y papás, tenemos cada día más y más actividades, saturados de pendientes como si la vida se fuese a terminar y no pudiésemos seguir un día después.
Personalmente concuerdo con la la siguiente frase: NUNCA DEJES PARA MAÑANA LO QUE PUEDAS HACER HOY. Sin embargo debemos tener un momento para todo. Debemos marcarnos tareas diarias que podamos cumplir sin que esto merme nuestra calidad de vida y por lo tanto nuestra salud.
Pienso que el día debe tener horarios y disciplina para cumplir con las actividades que cada día debemos realizar.
Creo que la vida y la rutina se han vuelto cada vez más demandantes y como que no nos quisiéramos perder de nada, pero al mismo tiempo estamos perdiendo lo más importante.
Si estás leyendo este artículo y encajas en el perfil del que vive este círculo vicioso de no poder terminar el día, porque incluso te quedas viendo la televisión o haciendo y haciendo y haciendo en ocasiones hasta cosas onnecesarias hasta que por fin logras dormir pero porque ya tu cuerpo no pudo más, entonces ha llegado el momento de reflexionar sobre este tan agotador y al final tan poco gratificante estilo de vida.
Ser perezoso es tan negativo como ser un individuo que necesariamente tiene que tener su cuerpo y su mente ocupada en forma compulsiva por el simple hecho de no poder estar consigo mismo.
Los adultos actuales estamos creando niños con una problemática muy severa de vacíos existenciales porque nosotros nos sentimos igual, como si ya nada fuese suficiente. Reconozco que existen las excepciones, pero la ciudad y las mismas necesedides para sobrevivir en ella en ocasiones no nos permiten darnos cuenta, de todo lo que nos estamos perdiendo por querer y querer cada día más.
Simplemente pongamos un ejemplo, el estreno de una película, nos importa un comino hacer fila de horas para conseguir un boleto, no encontrar estacionamiento porque todo Monterrey creyó que cabría en cuatro salas, tampoco interesa que inicie a las once de la noche porque no alcancé la de las ocho y como este ejemplo, existen miles. Analicemos navidad yo ya empiezo a sentir pánico y apenas estamos en octubre, solo imaginar que para cruzar una avenida me tengo que pifar entre una o dos horas porque todos quisieron entrar en la misma tienda, el mismo día y a la misma hora.
El agotamiento físico, emocional y mental es por supuesto natural y frecuente, sobre todo si a todo este estrés añadimos una dieta inadecuada sin un balance de nutrientes apropiado, con alimentos saturados de toxinas, con poco o nada de fibra, llenos de grasas oxidadas, carente de agua natural que definitivamente de ninguna manera compensa el desgaste celular de un día como los que vivimos en este mundo, en el que se requiere ser altamente competitivos para poder tener aparentemente una vida digna. Digo aparentemente porque yo, que tengo la oportunidad de salir ocasionalmente a una casita de campo cerca de donde nací, me doy cuenta de que aunque las personas de los ranchitos cercanos no tienen ni los recursos, ni la tecnología, ni muchas de todas esas necesidades que la sociedad nos ha ido creando, viven mucho más sanas, más tranquilas y en paz, sin tanta angustia, y transmiten una tranquilidad honestamente envidiable. Se levantan con el sol y duermen con la luna, realizan sus labores cotidianas, disfrutan de la naturaleza y comen alimentos casi siempre preparados en casa, hechos con amor y con ingredientes sencillos y con menos toxinas que los indutrializados.
Creo que debemos hacer un alto, parar un poco y reflexionar, cómo y de qué manera quiero vivir mi vida y cómo deseo que sea la vida de mi familia. Buscar un equilibrio que nos permita adaptarnos y triunfar en el mundo actual, pero que al mismo tiempo podamos conservar la salud y tener una vida plena. Hacer conciencia de la necesidades reales y no creadas que tiene un ser humano. Es decir volver a lo natural sin perder lo actual. Mejorar nuestra calidad de vida, sin por esto dejar de ser exitosos. Poder respirar y disfrutar de cada instante por insignificante que este pudiese parecernos. Lo normal es que el sol aparezca por las mañanas y nos proporcione el día, pero y si...de repente solo existiera la noche. Tal vez entonces nos daríamos cuenta de que no era natural, en realidad es un milagro, cada evento es un milagro, cada situación por terrible que parezca es una oportunidad. Démosle la exacta dimensión a cada cosa y circunstancia. Pero sobre todo dejemos de lado los pretextos para cambiar y mejorar todo aquello que de alguna manera sabemos nos obstaculiza para ser lo que queremos ser.
Liliana.
2 comentarios:
hola, yo soy una persona obesa desde hace 24 años. Actualmente tengo 44. quisiera saber si a mi edad puedo bajar de peso. Tengo 105 kilos. Me identifique mucho con Celeste a la edad en que tenía sus mas de cien kilos pero yo me he dejado así. Después de dietas, pastillas, gotitas, etc. Ya no se que hacer .Por favor ayudeme
Mira, en primer lugar relájate, y haz a un lado la desesperación, trata de solar un poco, y de ser posible enfócate en la persona que deseas ser. Nunca es tarde para empezar a ser lo que realmente quieres. Con todo gusto si me lo permites, puedo ayudarte. Ponte en contacto conmigo. Tels. 81149416, 81149410 y 81149403. Soy Liliana y puedes contar conmigo.
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