Hace unas semanas estuve en Mc. Allen, fui con mi hija Lili, con Paty una amiga de ella, con mi hermana Rebeca y con su hija Becky. Salimos como a las ocho y media de la mañana. Ya saben como es esto de ir un fin de semana a realizar las pequeñas compras pendientes, pero en realidad no son solo las compras, es convivir con las personas que nos acompañan y es también comer juntos. Aquí cerca de la frontera con los Estados Unidos, es muy frecuente programar estos pequeños viajecitos, es como que parte de una moda. Es divertido. Como comprenderán, dedicada como estoy a esto de la nutrición no es nada raro que todo el tiempo esté observando y analizando lo que me rodea y que tenga que ver con mi profesión. La primer pregunta y es casi, casi, obligada: ¿Dónde vamos a comer?, comienzan las opiniones que si bufete de comida china ( no soy partidaria de los bufetes porque lo he aclarado en alguno de mis blogs), que si Luby´s, que si comida rápida. Decidimos Luby´s, así que nos dirijimos hacia el lugar y luego de una larga pero rápida fila, toca nuestro turno y hay una gran, pero muy grande variedad de alimentos de dónde escoger. Hace muchos años no existían los COMBOS, ahora en casi todos los restaurantes ofrecen combos, cada quien eligió el suyo, yo escogí ensalada verde con aderezo de mil islas (no tienen de otro), pescado frito con salsa tártara y coditos con queso (nada dietético por cierto). No pude terminar mi ensalada y la mitad de mi pescado, para cuando me di cuenta de que con eso era suficiente, ya estaba satisfecha. Pedí una cajita de unicel para llevar la comida que no ingerí en ese momento, de hecho fueron dos cajitas, porque casi nadie que tenga conciencia de la cantidad de comida que en realidad necesita el cuerpo, puede terminar un combo, así que también mis compañeras dejaron cada quien por lo menos una de sus guarniciones. Me pregunto ¿cuántos hacemos lo mismo? Cuántos paramos a la mitad de la cantidad servida y la guardamos para terminarla más tarde. Creo que es una buena decisión hacer esto, porque finalmente aunque lo que hayamos elegido para comer no sea del todo dietético, si lo consumimos de un solo golpe, no por eso nos vamos a privar de la siguiente comida, lamentablemente sin importar cuál sea la cantidad y la calidad de alimento que le brindemos a nuestro organismo cada vez que nos sentamos a la mesa, inevitablemente el cuerpo nos pedirá nuevamente volver a comer después de cuatro, cinco o seis horas, cabe aclarar que entre más comida le demos más comida nos demandará. Así que la primer y muy importante observación que nunca debemos perder de vista quienes tenemos ese deseo en ocasiones incontrolable de comer, como si no existiera una próxima vez, es saber que en cualquier momento tenemos la oportunidad de hacerlo nuevamente. Entonces, por qué comer hasta no poder respirar. Continuando con la historia de las compras en Mc. Allen, luego de la visita a Luby's, fuimos al centro y posteriormente al Mol. Quienes creen que por caminar y caminar en el Mol pueden con eso compensar el exceso calórico, están muy equivocados. Cuando llegaron las ocho de la noche y después de un maratónico recorrido de compras, me encontré con mis acompañantes quienes comían felizmente un panecillo que chopeaban en un glasé de azúcar porque ya tenían hambre (hay que ver cómo se las gastan los negocios de comida para vender y enriquecerse a costa de la debilidad de otras personas, es todo un marketing). Yo me dije; " muy bien Liliana, tienes en el coche tu guardadito de la comida, mismo que podrás comer cuando salgamos de esta locura polénica".
Y así fue. Ya de regreso y dispuestas a dormir la pregunta era qué vamos a cenar, algo barato y rápido. ¿Adivinen qué es algo barato y rápido?, pues un combo de Mc. Donald's. Ya bastante saturaditas de calorías; pues a dormir. Deben saber que cuando se cena mucho y con abundante cantidad de carbohidratos, pues contradictoriamente a lo que podríamos pensar: si cenas mucho pues no tienes por qué tener hambre al levantarte sin embargo existe un gran hueco en el estómago que pruduce un vacío que no se puede menos que llenar. Así que quienes quieran no desayunar o almorzar abundantemente, lo mejor que pueden hacer es cenar ligero y sin muchos hidratos de carbono. Así que manos a la obra a preparar el almuerzo. Huevos con jamón, salchichas, frijolitos y tortillas de harina, acompañados de una maravillosa salsa. Yo que sé que si empiezo mal el día lo termiono mal (naturaleza propia del ser humano), decidí tomar un café endulzado con splenda y un poco de fruta. El día solo iniciaba, era domingo y por lógica tendríamos que volver a comer. Nos dirigimos a Target. Después de una hora y media de ver; ya saben
todo lo que se tiene que ver, pues pagué mis compras. Como mi hermana tardaría un poco más, pues me dispuse a esperar. Ustedes ya saben que en Terget siempre ha habido una zona de snacks pero no siendo suficiente, ahora que nos vemos invadidos por los aparentemente inofensivos starbucks, resulta que están dentro de esta tienda. Si quieres sentarte a esperar sin sentir que eres un intruso, debes comprar algo, así que pues compré un café de la casa o sea americano, que endulcé con splenda y le puse esencia de vainilla y canela, y ahí estuve a lado de una mesa grande, grande, como grande era su gente. En la mía mis niñas o sea mi hija y su amiguita. Quienes por cierto están a un pelito de ser atrapadas en este fashion nutricional. De verdad yo creí que las personas de la mesa de junto eran chicanos, pero no; eran de Monterrey. Debieron estar ahí para que pudieran haber sentido el pánico que sentí. La abuelita apenas podía caminar con un andador, la hija de tremendo cuerpo y sus hijas, con sus hijas a la vez, todos, yernos y sabe qué más que pertenecían a esa familia, todos absolutamente todos obesísimos. No es que yo sea una flaca entelerida, pero digo ¿por qué no hacer un poco de conciencia?. Las sillas de Starbucks (no estoy segura de que así se escriba, pero bueno supongo que ustedes me entienden), tienen una línea media abajo del respaldo que separaba perfectamente el trasero de la persona que me daba la espalda, y no exagero, por Dios que no, le colgaban las pompis y en el centro de su mesa había de todo, palomitas, hot dogs, cafés aparentemente inofensivos de 350 calorías cada uno, bebidas frapé hipercalóricas y todos comprando y comprando. Que bueno, que el presupuesto alcance para adquirir todo lo que deseamos, sobre todo en esta época de crisis, pero en ocasiones me pregunto, qué tan estimulante puede ser comprarse carpas de ropa, carísimas y que nunca lucirán. Con mis 26 años de experiencia en la terapia nutricional, de ninguna manera estoy tratando de ser ofensiva, de ninguna manera, pero si soy realista, me pregunto ¿qué puede haber de estimulante y satisfactorio en comprar ropa y zapatos, bolsas y accesorios que nunca van a lucir por el solo hecho de que mi cuerpo es tan grande, que un collar simplemente no será visto nunca porque se pierde en el volumen de mi cuerpo, porque lo realmente atractivo y la razón de que alguien me mire será más por mi tamaño que por mi vestimenta. Sinceramente estoy alarmada, tremendamente preocupada, si yo que me dedico a cuidar la imagen y la salud de quienes acuden por ayuda conmigo, me veo en ocasiones seducida por este fashion nutricional, imagínense lo que deben que enfrentar quienes tienen como aliada la adicción por la comida. Pienso, creo y reafirmo que todo depende de la conciencia que hagamos no solo por comer sano, sino por comer menos aún que no fuera sano, pero sobre todo por cambiar los tan actuales y tradicionales hábitos que en definitiva no son nuestros. La mercadotecnia nos ha envuelto en una moda (fashion en el idioma inglés). Moda de comida, que primero nos hace engordar y luego nos hace comprar comida dietética para adelgazar, ¿quién gana con esto?, en definitiva quien nos engorda y luego, quien hace un intento por adelgazarnos, y digo intento porque en eso queda, ya que no es posible erradicar un hábito con el solo hecho de querer hacerlo. La comida es rica, pero tenemos que empezar por entender que no hay mejor forma de seducir a una nación que dándole de comer inofensivamente alimentos que contienen sustancias permitidas y que resultan ser adictivas. En esta época se requiere no solo de voluntad. Se requiere además de determinación y energía, para no ser del montón. Se requiere de conciencia y sobre todo de CORAJE, coraje para romper con lo que involuntariamente hemos aceptado. Se requiere de comenzar de nuevo, retomar nuestras raíces y decir no a la facilidad y a la practicidad que día con día y con la pequeña aportación que hacemos cada uno, nos lleva a destruirnos y a destruir el mundo en que vivimos. No pasa nada si no estamos a la moda, sobre todo si este fashion nutricional nos da todo para morir y casi nada para vivir, con claridad y energía. No importa qué tengamos qué hacer, ni cuánto tiempo tengamos que invertir en recuperar la salud que los verdaderos alimentos pueden darnos, lo importante y básico de todo esto es entender que todavía hoy podemos decidir, que no hay nada ni nadie que pueda determinar por nosotros, y que somos solo nosotros también quienes podemos definir nuestra salud y por supuesto nuestro futuro. Yo los invito a decidir por voluntad propia quiénes quieren ser en función de lo que se llevan a la boca, y que de alguna manera determinen que si pueden controlar lo que comen, pueden también controlar quiénes desean ser en un futuro.Lo que mata al hombre no es lo que hace hoy, sino lo que hace todos los días.
Liliana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario