Ya saben como es esto de la comida los fines de semana. Todo gira al rededor de los alimentos. Y es que aquí en México y sobre todo en el Norte, donde siempre hay algo que celebrar. Somos tremendamente sociables, nos gusta reunirnos con cualquier pretexto, una jugada de dominó, un partido de fútbol, una cenita con amigos. La verdad aquí en Monterrey la gente es buena, divertida y de sangre liviana. Monterrey es una hermosa ciudad progresista saturada de gente trabajadora, que busca relajarse los fines de semana para "supuestamente" recuperar energía ya que la vida en esta ciudad inicia al rededor de la seis de la mañana todos los días. Es típico un viernes; reunión con los amigos, un sábado carnita asada para ver el partido de fútbol y un domingo de comida familiar. Es común que las amas de casa no cocinemos por lo menos uno o dos días del fin de semana. Entonces pues comida comprada o salida al restaurante. De hecho lo que más abunda en Monterrey son los restaurantes. Otra costumbre es irse de compras a los centros comerciales, que a decir verdad es la caminata más frecuente y la única que realizan los que no tienen por costumbre practicar algún deporte con frecuencia los fines de semana. Esas caminatas son criminales, en todos los pasillos se encuentran las famosas isletas que venden de todo, desde palomitas hasta unos roles de canela que para mi gusto deberían estas en locales cerrados porque despiden unos olores irresistibles que nos atraen como sonámbulos a comprar para probar un poco (si bien nos va), porque ya que compramos algo pues ni modo de tirarlo, y es así como nuestro cuerpecito poco a poco y lentamente se va llenando de grasita por todas partes. Ahí mismo en los famosos mols está la zona de las comidas, ¡pero si abundan!, dentro de los cines pues lo mismo, paquetes que incluyen refrescos, dulces, hot dogs, palomitas y demás. Ya sentados viendo la película comemos y comemos y para cuando nos damos cuenta ¡va...! se acabó, cómo fue, pues como nos esta sucediendo con casi todo lo que hacemos diario: ¡NO NOS DAMOS CUENTA!. Agregado a los excesos culinarios, están las bebidas y el vinito. Consideremos que cada gramo de hidratos de carbono (carbohidratos) contiene 4 calorías, cada gramo de proteínas contiene 4 también, cada gram
o de grasa aporta 9 calorías y aunque no lo crean cada gramo o mililitro de alcohol 7 calorías. Como verán el vinito, el whiskyto, la cubita, el tequila no son tan dietéticos como podemos pensar, ni tampoco lo es la cheve. La combinación de comida con bebida da como resultado un mundo de calorías que si no las quemamos pues ya sabrán en dónde acaban (más grasita en el cuerpo). Parece ser que las estadísticas confirman que ya tenemos el primer lugar a nivel mundial, ¿adivinen en qué?, pues en obesidad, ¿qué tal?..., es increíble. No podemos ganar un mundial, no podemos destacar en las olimpiadas, no podemos mantener una economía estable, no podemos conseguir ser el número uno en casi nada, pero eso sí, somos los campeones en comer y parece ser que cada vez el sedentarismo apoyará a continuar con este título. Lo peor no es que estemos gordillos, nooooooooooo, eso no es lo peor, si bien la estética es importantísima, la salud lo es todavía más, dentro de poco estaremos ocupando el primer lugar como el país con los mayores porcentajes de enfermedades relacionadas con el sobre peso tales como diabetes, infartos, hipertensión, hipercolesterolemia, cáncer, etc. El mayor problema de la obesidad no es ni siquiera la posibilidad de morir por una enfermedad de este tipo, es la mala calidad de vida con que cuentan quienes la padecen. Sería muy bueno que uniéramos fuerzas, hiciéramos consciencia y de verdad nos aplicáramos con entusiasmo a modificar hábitos. Encontrar la forma de poner por escrito y firmar con compromiso todo aquello que podemos cambiar y que sabemos que a la larga nos hará daño. Debemos recordar día a día que lo más importante es vivir intensamente y sin lastres emocionales o de grasa, que nos impidan ser o hacer lo que nos gustaría ser o hacer. Ponerme un pantalón sin asfixiarme, lucir una blusa sin sentirme una ballena, subir unas escaleras sin ahogarme, estacionar el coche en el primer lugar que encuentre sin tener que pensar en el sacrificio que representa para mis rodillas o para mis pies. Debemos hacer todo lo que esté de nuestra parte para liberarnos, síííííííí, ser libres y no sentir esa pesadez. ¿Cómo ven?, le atoramos y nos comprometemos, cueste lo que cueste, o simplemente nos derrotamos y seguimos siendo los campeones obesos.
Yo creo que mejor le atoramos.
Liliana.
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