Durante todos los años que tengo de luchar en contra de la obesidad mi mayor reto a vencer he sido yo misma. Es posible que sea esta, la razón por la cual mi interés por encontrar un tratamiento lo suficientemente efectivo sea tan insistente. Cuando digo efectivo, no me estoy refiriendo en ningún momento a aquellos sistemas que te ayudan a bajar de peso de forma pasajera, esos con los que solo pasan unas semanas o meses, para luego regresar al punto de partida y hasta con algunos kilos de más. No me refiero a eso. Hablo de algo que sea realmente permanente. Ha sido difícil ¿Saben?, porque el principal obstáculo con el que me he enfrentado durante estos casi 29 años por ridículo que esto parezca, han sido mis pacientes.
No sé si tu que me lees, tengas por ahí algunos kilos que llevas cargando desde hace tiempo y que te resultan tan molestos, similar a caminar todo el tiempo con una piedra en el zapato. De ser así, sería apropiado que hicieses una reflexión para lo que acontinuación te voy a compartir.
Cuando menciono que el principal obstáculo para lograr implantar un tratamiento efectivo y permanente, han sido mis pacientes, es porque son los primeros en no estar dispuestos a pagar el costo de lo que efectivo y permanete implican. Cuando menciono el costo, no estoy hablando del económico, sino del tiempo, la energía, la constancia y el compromiso que se requieren, para revertir un proceso en muchas ocasiones de años. La tendencia de nosotros los seres humanos cuando queremos resolver algo, es buscar aquello que nos demande el menor esfuerzo posible. Si bien existen actividades que pueden dar el resultado esperado aplicando un mínimo de esfuerzo, este nunca será el caso cuando de un cambio de actitud o de hábitos se trate.
Hasta para crear magia se necesita energía, tiempo y esfuerzo.
Te voy a poner un ejemplo un tanto ridículo, porque esto nunca sucederá en el plano de lo real.
Imagínate que acabas de iniciar tus estudios profesionales en una escuela de medicina, tu deseas poder algún día atender a un paciente y realizarle una cirugía estética. Pasados seis meses, descubres que no haz podido obtener la preparación para poder llevar a cabo esa cirugía y se te informa algo que desconocías: debes estudiar 6 años de carrera básica para obtener un título de médico general, luego un año de servicio social, por último alrededor de tres años de especialidad en cirugía estética. Si las matemáticas no me fallan estarás descubriendo después de seis meses de soñar que mágicamente estarás laborando como reconstructor corporal y cobrando fuertes sumas por volver bella a la gente, que en realidad estás obligado a esperar diez años; no siendo suficiente la espera, estos 10 años tendrás también que estudiar, practicar, acudir a la universidad, presentar proyectos, clases, etc. Entonces decides que en esa escuela universitaria todos deben haber perdido la razón, porque tu piensas que no se requieren más de seis meses para ser un experto en cirugía estética. Como tu sueño sigue siendo, ser cirujano plástico, decides estudiar en otra universidad con la esperanza de que en esta otra puedas ser un experto en seis meses. Sucede que también se necesitan 10 años para tener un título en la mano que te autorice profesional, ética y legalmente a realizar este tipo de cirugías. Así que te lanzas al mundo en busca de una institución académica que pueda encajar con tu fallido pensamiento, porque según tus espectativas solo se requieren seis meses y ni un día más. Si hicieras esto y acudieras seis meses a cada una de las universidades que existen en el mundo, para demostrar que puedes obtener la tan anhelada especialidad en tan corto tiempo, esta vida no te sería suficiente y además te irías pensando que todas las escuelas de medicina y todos los que en ellas laboran están locos. Ahora imagínate que todos los que desean la misma profesión que tú pensaran igual. Creo que no habría un solo cirujano plástico en todo el planeta.
¿Verdad que esto te parece realmente ridículo?, es como para reirse. Pues no, a mi en lo personal no me causa gracia.
No es divertido lidiar día a día, durante casi 29 años con personas que desean ser esbeltas y que dichas personas no estén dispuestas a tener que experimentar el proceso que necesariamente se requiere para instalar de forma permanente en su mente y en su cuerpo, las actitudes y los hábitos requeridos para no tener que volver a empezar una y otra vez.
No es mi afán minimizar los esfuerzos que cada uno realizamos cotidianamente para poder cambiar. Es mi deseo hacer un llamado a la conciencia de cada uno de nosotros, para adimitir, que si seguimos con la fantasía de que una hoja de papel con un menú escrito o una dieta sacada de internet, son suficientes para enfrentar una situación de arraigo como lo es el hábito de comer en exceso, y si permanecemos en la creencia que por el simple hecho de tomar todas las mañanas las nuevas tabletitas o cápsulas de moda, lograremos ser flacos por el resto de nuestra existencia, entonces tendremos que resignarnos a que tal vez en la otra vida podamos llegar a ser esbeltos algún día.
Como dicen en los comerciales: válido para todas las áreas de nuestra vida. No se aplican restricciones.
Hasta la próxima.
Liliana.
(claro no una gripe sino entusiasmo) y así muchas y tantas palabras con sentido positivo.