COMO NIÑOS OTRA VEZ

Este fin de semana fue verdaderamente completo y satisfactorio. En especial el día de ayer domingo. Si recuerdan, formamos una asociación civil que se llama HAZ QUE SUCEDA, donde nuestra frase es "TÚ PUEDES LOGRARLO". La finalidad de Haz que Suceda es fomentar el deporte para involucrar y contagiar a las personas en algún tipo de actividad física frecuente y que al mismo tiempo promovamos el revertir y prevenir el problema de obesidad que viven las personas en nuestro país y sobre todo en nuestro hermosos estado de Nuevo León. Honestamente fue todo un éxito. Acudió mucha gente y estuvimos felices durante el recorrido. Pero lo más significativo para mí, fue que me hizo recordar una época de mi vida ya bastante distante: MI INFANCIA. Ese tiempo en que todos los seres humanos pensamos que el mundo es nuestro y que podemos lograr convertirnos en todo aquello que soñamos. Durante la niñez nuestra mente no se pone límites, vivimos un tiempo de inocencia bellísimo, sin miedo, sin temor al futuro. Proyectamos una energía inagotable. Jugamos a ser cualquier cosa que se nos ocurra. Somos un terreno puro en el cual podemos sembrar las semillas del éxito, los logros y la realización. Tristemente vamos adquiriendo una serie de miedos, heredados por esos patrones de conducta que los que nos rodean nos van transmitiendo, a veces con palabras y en ocasiones sin ellas. La sonrisa que iluminaba nuestra cara cada mañana y durante todo el día, inicia el descenso hacia la seriedad. Las limitaciones, y con ellas las frustraciones se van arraigando en el inconsciente y poco a poco se apoderan de nosotros convirtiéndonos en una especie de sombies. Vamos sustituyendo esa capacidad de asombro por una actitud gris y aburrida. Es por esto que también comenzamos a vivir con vacíos existenciales que nos provocan buscar fuera de nosotros todo lo que ya no podemos encontrar en nuestro interior. Y es entonces cuando la comida se convierte en el SUSTITUTO. Remplazamos el alimento emocional ya casi inexistente por alimento físico que en realidad casi nadie necesitamos. Hoy deseo transmitirles que de verdad tenemos la posibilidad de volvernos como niños, podemos ser adultos responsables y comprometidos sin tener que dejar de lado la alegría y los sueños que experimentamos durante la primera edad. Podemos si realmente lo queremos sacudirnos la pereza, limpiar la mente, el espíritu y el corazón. Es inevitable tener que resolver lo que comunmente llamamos problemas o pendientes (yo los llamo oportunidades para crecer y aprender), pero creo que será más fácil y llevadero, si cada día al despertar recordamos que dentro de nosotros existe también un niño (a) que puede resurgir y tomar al adulto de la mano para que juntos podamos ser los seres humanos completos que merecemos ser. Si hacemos conciencia de esto en nosotros, podremos también ayudar a que nuestros niños a través del ejemplo nunca pierdan el espíritu libre y soñador y que se transformen en adultos saludables física y emocionalmente.

Hasta la próxima.

Liliana.