
Nunca me cansaré de decir que mi mamá era una persona muy sabia. Hace como 18 años, cuando Monterrey era una ciudad más segura, ya existían los negocios que vendían protección, es decir las famosas alarmas de seguridad que se ponen en las casas las empresas, las tiendas etc., por aquello de un asalto. Como siempre creemos que seremos la excepción, pues no se nos ocurre pensar que podríamos ser víctimas de un robo o algo así. Recuerdo que mi difunta madre decía que si podíamos gastar 2000 pesos en una cadena de oro, unos aretes o una hermosa pulsera, sería más prudente invertir en un equipo que te brindara la tranquilidad de saber que si tu hogar estaba solo y algún amante de lo ajeno quisiera despojarte de tus posesiones, pues dicho sitio no estuviera desprotegido en caso de que alguien ya le hubiese puesto el ojo encima. También comentaba que sentía una gran paz al saber que si el asaltante estuviese dentro del lugar existiera la posibilidad de picarle a un botón de alarma silenciosa (como la de los bancos), y tener la esperanza de que alguna autoridad llegaría al rescate para lidiar con el delincuente. Desde entonces y hasta el día de hoy yo siempre tengo el servicio de alarmas, el papá de mi hijo un hombre inteligente y visionario tiene años de brindar este tipo de apoyo (por cierto nunca han robado en ningún lugar donde él sea el proveedor de este servicio; y no es comercial). La verdad mi mamá tenía razón, nada es más importante que la integridad personal. Nada vale más que una vida humana. Lo anterior es solo una analogía, es una reflexión muy objetiva de lo que para mi gusto es lo más importante que posee un ser humano: su cuerpo, su salud física, mental y emocional.
Las alarmas son una medida preventiva, o sea es una forma de evitar que ocurra algo. De la misma manera sucede cuando de nutrición se trata.
Invertimos dinero, tiempo, y mucho, muuuuucho trabajo en adquirir cosas materiales. Casa, coches, joyas, ropa de moda, zapatos, bolsas (en el caso de las damas), bisutería, fiestas y un sin fin de artículos y posesiones que de ninguna manera podremos disfrutar en caso de estar enfermos y que tampoco nos llevaremos a la tumba.
En el caso específico de lo que a nutrición y salud se refiere, no creen que sería muy conveniente prevenir, en lugar de curar.
O sea, tengo que tener la presión alta, colesterol excesivo en mi sangre, pagar una prima extra de seguro de vida y de gastos médicos mayores por mi sobrepeso, tener las arterias ya duras y saturadas de grasa, algún daño renal o hepático, desviación en la columna, dolor en mis pies, depresión por verme físicamente medio deforme; para entonces acudir por ayuda inemediata y mágica.
Muy pocas son las mujeres y los hombres que le dan prioridad al tema de evitar y resolver
anticipadamente alguna enfermedad futura. Creo que todo es cuestión de conciencia. ¿Cuánto pagaríamos si tuviéramos para hacerlo por una vida y CUÁNTO ENTONCES POR LA NUESTRA?
Las enfermedades para cuando son evidentes en nuestro cuerpo es porque ya tienen un tiempo gestándose dentro de él. Nosotros no vemos cómo se van desarrollando, simplemente un día demuestran su presencia y es entonces cuando definitivamente no podemos seguir eludiendo la responsabilidad de poner remedio al mal, y entonces sí tener que pagar el costo, sea este físico o emocional y por consiguiente económico también. Del mismo modo no podemos ver lo que una buena nutrición, una apropiada complementación y los buenos hábitos como el ejercicio, dormir suficiente y demás, aportan de positivo en el interior del organismo. Sin embargo está comprobado por estudios científicos que el riesgo de contraer algún tipo de enfermedad disminuye considerablemente si llevamos a cabo todo lo anteriormente mencionado. Dijo alguien que CUANDO TE TOCA AUNQUE TE QUITES Y CUANDO NO TE TOCA AUNQUE TE PONGAS. Si bien apoyo esta teoría ya que depende de la voluntad divina, también está claro que Dios nos concedió la libertad de elección y que irremediablemente gran parte de la responsabilidad de tiempo y calidad de vida depende de cada uno de nosotros. Pienso que las medidas preventivas nunca están de más, opino que no hay mejor inversión que la que podamos brindarnos por voluntad propia. Creo que nunca es tarde para poner una alarma, siempre es un buen tiempo para darle una ayudadita al tan perfecto pero también delicado recurso físico que nos proporcionó Dios: NUESTRO CUERPO.
Liliana.
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