
Ya sea que le que la digamos cantadita o simplemente como un dicho, la frase: "TROPECÉ DE NUEVO Y CON LA MISMA PIEDRA", el día de hoy, me hizo mucho sentido. Se dice que cuando algo sucede una vez, es posible que nunca vuelva a repetirse, pero que cuando un evento se repite dos veces está destinado a seguirse repitiendo. Esto se aplica a una relación, al asunto de la bajada de peso y a todo en la vida, y cuando digo a todo es, a todo.
Cuantas veces hemos querido terminar con una relación que nos daña, esa que sabemos no nos conduce a ninguna parte. Nos decidimos a dejarla por el dolor y la frustración que nos causa. Llevamos a cabo la retirada, tajantemente decimos ¡HASTA AQUÍ LLEGUÉ!, nunca más. Que genial cuando es así. Se sufre y al paso del tiempo se supera, lo cual nos permite que alguien más se acerque a nuestra vida, en pocas y breves, nos damos otra oportunidad. Pero que sucede cuando en lugar de terminar de tajo con algo que nos desgasta día a día, cedemos con el pretexto de que las cosas van a cambiar y volvemos a intentarlo. Y es justo ahí, que comienza una historia sin fin. Y pasan los años con el estira y afloja, terminando y recomenzando una y otra vez. Y así se nos va la vida.
Reflexionando al respecto he pensado... será falta de voluntad, o tal vez lo hacemos por conveniencia, será algún tipo de seguridad, es tal vez querer seguir en una zona de aparente confort, qué se yo. Sea como sea, y sea cual fuese la justificación que cada uno de nosotros queramos darle a esta cadena de patrones repetitivos de conducta, siempre, invariablemente detrás, a un lado y frente a nosotros estará: EL MIEDO.
EL MIEDO. Ese tremendo temor a dejar nuestras costumbres. La sola idea de hacer algo distinto a lo que regularmente hacemos nos aterra. Ese apego, que de alguna forma nos mantiene anclados a seguir viviendo una y otra, y una vez más la misma experiencia por muy desagradable que esta sea.
Tristemente esto no se manifiesta solo con las relaciones personales, lo mismo suele sucedernos con algún trabajo, alguna actitud o algún hábito.
Seguimos con la creencia de que mañana vamos a cambiar. Tendemos a postergar para el futuro todo aquello que soñamos con eliminar, aquello que nos molesta, que nos hace daño y que nos saca de nuestro equilibrio. Me pregunto: ¿ si el día de hoy no hacemos algo diferente, cuál sería la razón por la que ese algo tendría que cambiar mañana?
Me imagino que es más fácil esperar a que un milagro sucediese para que las cosas se resuelvan solas, en lugar de enfrentar la responsabilidad de llevar a cabo alguna acción con la que nos comprometamos para que esa tan deseada transformación se manifieste en nuestra vida.
Cabe señalar que toda la anterior reflexión la hago porque es una analogía que me gustaría que transfiriéramos al tema que se relaciona con el consumo desmedido de alimentos.
¿Hasta cuándo?, me pregunto, ¿Cuándo llegará el día en que nos demos cuenta de que todos los esfuerzos que hacemos por combatir la obesidad no están siendo suficientes?
¿ Por qué seguimos pensando que sin hacer casi nada, nuestro cuerpo recuperará la figura que tanto deseamos?
El desear algo, sin realizar ninguna acción para lograrlo, continuará siendo siempre lo que es; solo un deseo. Y así se nos puede ir la existencia.
Si queremos cambiar, modificar o eliminar una actitud, hábito o relación dañina, es indispensable antes que nada, tener claridad y conciencia de cuánto nos perjudica.
Posteriormente debemos ser valientes y enfrentar el hecho de que cualquier transformación lleva implícito un esfuerzo y dolor, pero que este esfuerzo y dolor si bien tomará un tiempo, será pasajero, a diferencia de la tortura permanente que significa el continuar viviendo con aquello que de antemano ya no queremos, ya no necesitamos y que por miedo no queremos dejar ir.
Si verdaderamente quieres dejar de pertenecer al grupo de personas que se conforman y deseas mudarte al equipo que se supera, si quieres dejar de ser obeso y deseas convertirte en un ser esbelto y saludable, y si además lo haz intentado una y otra vez y resulta que nuevamente regresas al punto de partida, es que todavía no haz podido darte cuenta que nada puede cambiar físicamente sin que primero cambie algo en tu interior. Lamentablemente de este modo, seguirás TROPEZÁNDOTE UNA Y OTRA VEZ CON LA MISMA PIEDRA.
Hasta la próxima.
Liliana.
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